En la antigua Grecia, un héroe era el personaje de la mitología que, sin ser un dios, era capaz de realizar prodigios y actividades fuera del alcance humano ordinario. O sea, un mortal capaz de hacer cosas que otro mortal no era capaz de hacer. La viticultura heroica es un concepto que, con dos mil años de diferencia con relación a la idea de heroicidad que tenían los griegos, comparte la misma síntesis: una agricultura vinícola capaz de realizar prodigios fuera del alcance mundano, tanto por lo que a la planta se refiere como a quien se encarga de ella. ¿De qué prodigios hablamos, sin embargo?

Sólo el 5% de la superficie europea dedicada a la viticultura está catalogada como "viticultura heroica", y se denomina heroica porque las viñas están situadas a latitudes altas y en fuertes pendientes, motivo por el cual la mecanización del trabajo es, más que difícil, una misión a menudo imposible: la orografía no permite la mecanización, las parcelas son pequeñas y, evidentemente, las condiciones climatológicas son extremas. En territorios como la Ribeira Sacra, sin ir más lejos, hay viñas en los bancales cerca del río a las cuales sólo se puede llegar en barca.

Las previsiones más catastróficas con respecto al cambio climático alertan que, dentro de treinta o cuarenta años, en muchas de las viñas que actualmente se encuentran en la cuenca del Mediterráneo ya no se podrá practicar la viticultura que se practica hoy en día, por eso la viticultura de montaña -sea o no sea heroica- se plantea como una seria alternativa de futuro en nuestra casa: territorios como el Pallars Jussà, la Cerdanya o el Alt Urgell han visto en los últimos años como varias bodegas han empezado a plantar viñas y hacer pequeñas producciones de vinos de montaña surgidos de viñas ubicadas además de 1000 metros sobre el nivel del mar.

rui marinho vinos Duero

(Rui Marinho)

¿Es en las montañas donde se resolverá el futuro del mundo del vino? Es todavía pronto para vaticinarlo, pero lo que sí que podemos afirmar es que, desde hace décadas, se elaboran grandes vinos en latitudes altas y terrenos a priori poco propicios para el cultivo de la viña, tanto en Catalunya como en el resto del mundo. Hoy, en las recomacions de la Bodega de ElNacional, nuestra sumiller Meritxell Falgueras nos presenta tres vinos heroicos para no perder de vista la viticultura de montaña.

Guímaro 2019
Adega Guímaro

DO Ribeira Sacra
100% Mencía
Alrededor de 10€

Este es un vino joven pero la Mencía con la cual se elabora viene de lejos: fueron los romanos, hace más de 2.000 años, los primeros a cultivar la viña en la zona de Amandi y en terrazas espectaculares donde todavía hoy parece imposible que allí pueda llevarse a cabo una vendimia. Guímaro 2019 es de un color rojizo bien vivo, con el contorno ligeramente violeta y una lágrima bien prolongada; aromas de golosina y fruta roja, acidez excelente en boca y una presencia de alto carácter en boca gracias a los taninos.

Guimaro Ribeira Sacra

Amalaya
Bodega Amalaya

Valle de Cafayate (Argentina)
100% Malbec
Alrededor de 14€

"Amalaya" significa 'milagro' en lengua indígena, ya que este vino nace en 1.800m de altura al Alto Cafayate, en la región argentina de los fosos Calchaquíes, una zona inhóspita y arenosa con tierras de roca, aparentemente poco propicia para|por el cultivo de la viña. Donald Hess, propietario de Bodega Colomé, creyó en el vino allí donde muchos sólo veían desierto, y hace unos cuantos años inauguró la bodega Amalaya del cual este vino es la gran estrella: un Malbec con ligera presencia de Cabernet Sauvignon y Sirah, fácil de beber, agradable en boca, con frescor|frescura en el paladar y unos aromas de frambuesas o cerezas que nos transportan a un territorio ubicado literalmente en la otra punta del mundo y, sobre todo, a una latitud en la cual bien pocos se atreverían a hacer vino.

Afalaya Malbec

Jhana 2018
Castell d'Encús

D.O. Costers del Segre
Merlot y Pequeño verdot
Alrededor de 25€

El nombre de Jhana tiene su origen en la meditación, ya que este vino se cultiva en una zona tan radicalmente tranquila y alejada del ruido del mundo que suelaborador, Raul Bobet, practica la meditación en las viñas, a casi 1.000m sobre el nivel del mar. Nos encontramos delante de un vino rosado de calidad, un rosé de color salmón pero con capacidad de envejecimiento: un vino rosado de guarda, vaya. En la nariz tiene toques de fruta dulce, fruta roja y cereza, y en boca es denso y con final persistente, es decir, uno rosado elaborado no sólo para provocar el placer de quien lo bebe, sino también para dignificar los vinos rosados y para demostrar que justo en medio del Pirineo pueden hacerse aquellos rosados pàlids en los cuales querríamos quedarnos a vivir eternamente.

Jhana Castell Encus