La marisquería O'Peregrino lleva tres décadas deleitando a sus comensales, cocinando los mejores mariscos de Galicia y Catalunya. Justo hace un año, el joven Alejandro Sanahuja, formado en la escuela Hoffman, cogió las riendas de este pequeño local en el Eixample barcelonés, actualizándolo y ofreciendo una propuesta gastronómica centrada en el mar con el mejor marisco cocinado tradicionalmente pero también sorprendiendo con propuestas más creativas y atrevidas como la ostra gratinada con mayonesa de leche de soja y miel, limón, caviar y polen o los guisantes de Llavaneres con huevo cocinado a baja temperatura, láminas de trufa y gambas, toda una declaración de intenciones de este joven emprendedor que hasta hace poco tiempo no sabía si seguir haciendo música electrónica o tirarse a la piscina de la restauración. ¡Quién sabe si hubiéramos bailado con sus creaciones musicales en el Primavera Sound o el Sónar! A la vista de los resultados, escogió el camino correcto y así hoy podemos disfrutar de su cocina en la marisquería, en estos momentos, más interesante de Barcelona.

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Alejandro Sanahuja en los fogones / Foto: Sara Adroer Martínez

El local es pequeño, familiar, muy acogedor, y los martes al mediodía está lleno. Es aquel tipo de local donde te encuentras como casa solo cruzar la puerta y por los que hay que apostar ya que te hacen sentir cómodo. Me sorprende que aquí todo el mundo se saluda y se conoce, y sabe qué comerá; mayoritariamente es un tipo de cliente fiel y exigente, y eso dice mucho de la cocina que se ofrece.

El marisco del O'peregrino es gallego y catalán

Nos sirven una copa de Cristina Colomer Gran Reserva y empezamos con un entrante de anchoas, mascarpone y olivada. Enseguida llegan unas ostras, dos servidas al estilo tradicional y la anteriormente citada ostra gallega gratinada con mayonesa de leche de soja y miel, limón, caviar y polen. Es una ostra Napoleón, que te despierta de golpe, notas el mar en la boca con una mezcla de sabores que no te dejan indiferente, riquísima. Personalmente, tengo debilidad por las ostras de la Bretaña, en concreto de Cancale, cuando las echo de menos me escapo a Bourg-Madame, que me queda más cerca, y compro un par de docenas en un local situado en la carretera justo ante de la Fromagerie Crémerie Petite, que es un pequeño local sin pretensiones donde solamente entrar ves las cajas de ostras apiladas de manera desordenada, acabadas de llegar de diferentes puntos de la Bretaña. Seguimos con el marisco y nos traen unas navajas a la plancha y unos langostinos de la Ràpita que se deshacen en la boca, carnosos e intensos.

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Ostras gallegas / Foto: Víctor Antich

La base del O'P es la calidad del producto que el chef trae directamente de las principales lonjas de Catalunya, como Blanes o Roses, entre otros, pero también directamente de Galicia, lo cual se nota en el sabor.

La ensalada de calamar de potera a la plancha con las patas en tempura, tomate seco, lollo rosso, endibia, albahaca y vinagreta de piñones horneados está suculenta y el conjunto de la elaboración tiene mucho equilibrio.

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Ensalada de calamar / Foto: Sara Adroer Martínez

Excepcional está el carpaccio de atún con granos de mostaza, limón y soja, acompañado de unas rebanadas de pan tostado con aceite con aroma de trufa; ríete tú de los sobrevalorados sashimis, tartares y tatakis de según qué sitios, así como de los falsos templos atuneros.

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carpaccio de atún / Foto: Sara Adroer Martínez

'El quadern gris', de Josep Pla

El langostino envuelto con guanciale, crepe sarracena y alga wakame nos marca la pauta para abrir un Albariño Pazo as Barreiras y dar paso al bogavante al ajillo, y flambeados con coñac y pimienta... Llegado a este punto no puedo más que recordar El quadern gris cuando dice: “Quan fa pocs dies Don Narcís Miquel es moria pesant més de 130 quilos —Don Narcís és un senyor de l'època gloriosa de la vila, de l'època del xampany francès, del whisky escocès i de la cervesa de Munic—, deia angoixat als seus familiars: Salveu-me! Feu tots els possibles! Si me'n surto, jo us prometo que no menjaré mai més tant...”. Pero como la historia no va conmigo, al menos de momento, continúo con las gambas de Blanes. Alabado sea Dios, por favor.

Para acabar me traen una lubina con angulas al ajillo, absolutamente delirante. La primera vez que probé las angulas fue en los años ochenta, en el desaparecido Molí de la Nora, local especializado en pescados y mariscos que obtuvo la primera estrella Michelin de las Terres de Ponent y la mantuvo hasta que cerró puertas en el año 1994. En aquel momento no supe valorarlas, pero, por suerte, años después me he reencontrado con ellas apreciándolas como corresponde.

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Guisantes de Llavaneres con huevo cocinado a baja temperatura, láminas de trufa y gambas / Foto Víctor Antich

Para acabar de redondear, de postres, las clásicas cañitas de Santiago rellenas de crema; unas trufas de chocolate; los financiers, pequeños dulces de origen francés en forma de lingotes de oro, que la pastelería La Lasne de París empezó a hacer desde 1890 para su clientela, casi todos hombres de negocios; de aquí su nombre. Y para los que quieran algo más, unos fresones en la pimienta flameados con Grand Marnier y vainilla de Madagascar.

Sin duda, una opción inmejorable donde comer estas fiestas de Navidad.