En la teología católica, la transubstanciación es un concepto tan difícil de pronunciar como de imaginar. Durante la eucaristía, y por los efectos de la oración, el pan y el vino toman, respectivamente, la sustancia del cuerpo y la sangre de Cristo. De este modo, cuando los católicos comulgan no toman pan y vino, sino el cuerpo y la sangre de Cristo bajo la forma del pan bendito y la bebida de salvación. Tiempo atrás, en plena Edad Media, el abanico de panes era más generoso que el actual y entre todos las hogazas existentes, incluido el pan bendito, había una que destacaba sobre el resto: el pan maldito. Este pan endemoniado, responsable de intoxicar millones de personas y provocar el ergotismo (o fuego de San Antonio), no era más que pan de centeno contaminado con ergot o cornezuelo de centeno (Claviceps purpurea); un hongo parásito del cereal en forma de cuerno rico en ácido lisérgico, un precursor del LSD (sí, la droga alucinógena que descolocó la primera hornada de hippies). Como con cualquier droga, los efectos de su envenenamiento dependían de la dosificación: con una rebanada de pan, se alucinaba. Pero su consumo sostenido mutilaba las extremidades (generaba gangrena y necrosis) o causaba incluso la muerte súbita. Otra intoxicación alimentaria frecuente de la época pretérita era el saturnismo, una enfermedad ocasionada por la ingesta accidental o incluso voluntaria de plomo (el nombre se lo dieron los alquimistas, que llamaban Saturno a dicho elemento químico); un metal pesado neurotóxico que ingerido o inhalado daña irremediablemente el cuerpo.

La zapa era un jarabe romano elaborado con mosto de vino reducido en ollas de plomo

galena - mineral vivo

La galena es un mineral muy rico en plomo / Foto: Mineral vivo

Fuentes de intoxicación con plomo

El plomo es un metal naturalmente presente en la corteza terrestre, pero debido a las actividades humanas como la minería, la quema de combustibles fósiles y la industria, los últimos doscientos años se ha extendido y ha contaminado todo tipo de ambientes naturales y humanos como bosques, campos de cultivo, lagos o acuíferos. Por su economía (es un metal barato y accesible), y sus propiedades físicas (es blando y maleable, y mal conductor de la electricidad), el plomo ha tenido múltiples funciones desde la antigüedad, y hasta hace cuatro ha sido un ingrediente habitual de nuestras dietas. De manera involuntaria, las fuentes de ingesta de plomo han sido diversas: frutas contaminadas con pesticidas fabricados con plomo; verduras irrigadas con aguas contaminadas por residuos industriales; el agua de boca (hasta el siglo pasado todavía se soldaban las tuberías con aleaciones de plomo); utensilios de barro esmaltado (el plomo es un elemento característico de estos esmaltes, que si no se cuecen a la temperatura adecuada el plomo acaba solubilizante con la comida); o latas de conservas selladas con plomo. En relación con su ingesta voluntaria, cabe decir que los emperadores y los patricios romanos como Tiberio, Calígula, Claudio o Nerón, sufrían todos de un saturnismo muy severo ¿La causa de la intoxicación? La sapa; un jarabe elaborado con mosto de vino reducido en ollas de plomo, el cual era muy apreciado entre la aristocracia romana que lo utilizaba para aliñar vinos y todo tipo de alimentos y potajes (durante la cocción del vino se generaba acetato de plomo, un compuesto tóxico de sabor dulce).

En el Delta del Ebro se ha llegado a contabilizar hasta 266 perdigones por m² en los primeros 20 cm de sedimentos semisólidos

perdigones plomo - Shutterstock

Perdigones de plomo de un cartucho de caza / Foto: Shutterstock

El problema de la caza y la pesca

Aparte de contaminar accidentalmente los alimentos, el plomo está estrechamente relacionado con dos actividades fundamentales de nuestra cultura alimentaria: la pesca y la caza. Con relación a la pesca; por su peso específico, el plomo se utiliza como lastre en casi todos las artes y aparejos de pesca comerciales y amateurs: en cañas, volantines, nasas, palangres, esparaveles, redes de cerco y de arrastre, o en artes menores como el trasmallo. En cuanto a la caza, por sus propiedades balísticas, los cartuchos de escopeta utilizados en la caza menor (aquella dedicada a las aves y pequeños mamíferos como los conejos) están fabricados con pólvora y perdigones de plomo. Así por ejemplo, el típico cartucho del calibre 12 carga entre 200 y 300 perdigones; de los cuales, sólo unos cuantos logran impactar en la presa. La cuestión es que, tanto los lastres de plomo que se enrocan y se pierden en el fondo submarino, como los millones de perdigones diseminados en forma de nubes metálicas, experimentan un proceso de degradación y contaminación irreversible del medio ambiente. Para que os hagáis una idea de la magnitud de la tragedia, en el Delta del Ebro se ha llegado a contabilizar hasta 266 perdigones por m² en los primeros 20 cm de sedimentos semisólidos.

radiografía perdices - CSIC

Radiografía de unas perdices donde se aprecia algunos perdigones / Foto: CSIC

Europa prohíbe el plomo

Con la misma convicción que defiendo la caza mayor como solución a la plaga de jabalíes y de corzos que padecemos, predicaré también con la erradicación absoluta del plomo en el universo de la pesca y de la caza. Por fortuna de todos, también de los mismos cazadores (en Canadá se ha observado una relación directa entre el nivel de plomo en sangre de cazadores y la frecuencia de consumo de carne de caza), el tema del plomo ya se ha empezado a legislar en Europa; de momento, prohibiendo la utilización de cartuchos de perdigones de plomo en humedales. Por lo que se ha podido demostrar, las aves connaturales de estos ecosistemas los ingieren al confundirlos por semillas y unas piedrecitas necesarias para la trituración de los alimentos en la molleja, los llamados gastrolitos. Así por ejemplo, se ha determinado que el 20% de los ánades reales de Cataluña tienen plumbosis (el actual nombre del saturnismo), o que más del 50% de las perdices cazadas en España, una vez retirados los perdigones, presentan un nivel de plomo en los músculos superior a los límites establecidos por la Unión Europea. Mientras se debate la mejor alternativa al plomo (todo apunta a lastres de hormigón y perdigones de cobre o acero), este metal seguirá ensuciando nuestros paisajes. Cuando acabe el verano y en los restaurantes de Cataluña vuelvan a cocinarse liebres, codornices, perdices o becadas, no pierdas la oportunidad de degustarlas. Pero al igual que comerías un roscón de reyes, muerde despacio; no sea que te toque a ti el perdigón de plomo.


abanico de plomos - colonias distribuciones

Abanico de plomos para la pesca deportiva / Foto: Las colonias distribuciones