En 2003, el Dr. José Antonio Lorente exhumó los restos mortales de Cristóbal Colón de la Catedral de Sevilla. Después de casi veinte años de investigaciones, este mes de octubre se revelará, mediante una miniserie de RTVE, su origen definitivo. El problema recae, sin embargo, en si aceptamos los restos analizados como los genuinamente suyos. Se sabe que Colón murió en Valladolid en 1506 y desde entonces sus restos fueron cambiando de lugar. La tesis oficial dice que, después de pasar por Sevilla, Santo Domingo y La Habana, la caja de su nicho regresó a Sevilla. Pero hay teorías alternativas, e incluso en la Catedral de Santo Domingo se veneran unos restos que allí defienden como los originales. De momento, sin embargo, y a la espera de la superproducción española, la tesis de su catalanidad es la que actualmente tiene más apoyo entre la comunidad científica, desplazando las otras tesis verosímiles como la genovesa, la portuguesa o la gallega.

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Copito de Nieve de pequeño / Zoo de barcelona

Los catalanes, grandes colonizadores

Indistintamente de si Colón era o no catalán, los catalanes y catalanas somos igualmente responsables del espíritu colonizador y sus consecuencias. En primer lugar, porque entre la tripulación del primer viaje de Colón había catalanes a bordo de las naos. Luego, porqué en el segundo viaje -el primero con una voluntad claramente colonizadora- el jefe militar de la expedición fue Pere Margarit, un catalán hijo del Ampurdán acusado de excesos contra los nativos. Y, finalmente, ya en la decadencia de las metrópolis, por haber comprado a un cazador de Guinea Ecuatorial a Copito de Nieve, entonces colonia española, y haberlo encerrado y exhibido durante casi cuarenta años en el Zoo de Barcelona. Esta hazaña aberrante, quizá la más sucia de nuestra triste y desgraciada patria, por miedo o por vergüenza parece haberse esfumado de nuestra memoria colectiva.

"Si tiras agua en un vaso de Anís del mono, éste se vuelve blanco y aterciopelado como la piel de nuestro querido homínido"

El mundo de la cultura, sin embargo, es generoso y nos ofrece la posibilidad de reparar este error histórico. Así por ejemplo, podemos devolver la genética de Copito -el zoológico guarda muestras de su ADN- a su país original en un gesto cargado de simbolismo. Os lo imagináis? Sería grandioso si allí lo clonaran para devolverlo a su hábitat ancestral. Pero, si esto nos resulta demasiado rebuscado, vayamos directamente al grano y hagamos aquello que sabemos hacer: alcémosle una estatua. Personalmente, la idea de canjear la figura de Colón de su columna por una imagen presumida del gorila, no me convence; como mínimo, no hasta que se revele su origen definitivo. Yo preferiría situar la estatua de Copito en lo más alto de la futura Sagrada Familia, o en algún rincón privilegiado del Tibidabo entre el Avión y la Talaia. Ahora bien, si nos proponemos homenajearlo a través de la gastronomía, de entrada tengo una idea: si tiras agua en un vaso de Anís del Mono, éste se vuelve blanco y aterciopelado como la piel de nuestro querido homínido. Por lo tanto, un Copito de nieve podría ser el nombre de esta bebida: agua o hielo con anís, e incluso el de un famoso cóctel de apariencia lechosa y perfume de anisado.

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El Copito de Nieve de grande / Zoo de Barcelona

"Un Copito de nieve, por favor. A partir de mañana mismo, en las mejores granjas de Catalunya"

De hecho, un Copito de Nieve podría ser muchísimas cosas sabrosas: una nube blanca de algodón de azúcar, una variedad recuperada de coliflor, una crema catalana cuajada con leche de coco, un queso recubierto de hongos lanosos como el brie, un cucurucho con la forma de gorila (como el Taiyaki japonés, que tiene la forma de un pez), un buñuelo de viento relleno de plátano maduro, e incluso una macedonia elaborada con sus frutas favoritas ... Como veis, las posibilidades son infinitas, pero es menester tomar una decisión. Entonces, permítanme volver a la botella de Anís del Mono, dado que la tentación es enorme. Como he podido comprobar viajando por el país, la mezcla de Anís del Mono con mató, una variante borracha de nuestros postres emblemáticos, aún no tiene nombre. Personalmente, me parece una combinación de lo más agradable, sobre todo si se prepara con mató de vaca y la versión dulce del anís de Badalona. Si a todos y todas os parece bien, queda aprobado por unanimidad. Un Copito de Nieve, por favor. A partir de mañana mismo, en las mejores granjas de Cataluña.