Una versión de primavera para salvar nuestros gallos y gallinas. La cocina catalana tiene platos emblemáticos casi invariables, así como conceptos gastronómicos que adoptan formas y sabores a medida que cambia el paisaje. El Mar y montaña y la Coca de recapte son buenos ejemplos. Como también el Capipota, un plato capaz de seducir incluso a aquellos que detestan comer menudencias. Si no has comido nunca crestas de gallo, que esta versión no te eche atrás. Te chuparás los dedos.
Ingredientes para 4 personas
- 300 g de crestas de gallo
- 500 g de pata cocida de ternera cortada a dados de 2 cm
- 200 g de garbanzos cocidos
- 5 tomates de pera
- 4 dientes de ajo
- 1 cebolla de Figueres
- 60 ml de vino rancio seco
- 3 hojas de laurel
- 1 pizca generosa de pimiento dulce
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal
Receta paso a paso
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Lavar las crestas enérgicamente bajo un chorro abundante de agua fría, aplicando un suave masaje con las manos para eliminar cualquier resto de sangre.
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Llenar una olla con dos litros y medio de agua fría, añadir las hojas de laurel, una pizca de sal, las crestas y llevar a ebullición. Cuando rompa a hervir, retirar si fuera necesario la espuma superior. Tapar y dejar cocer durante 1 hora hasta que las crestas estén suaves. Colar las crestas y reservar el caldo sobrante.
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Calentar una cazuela con un chorro generoso de aceite. Cuando esté al rojo vivo, verter la cebolla picada y los ajos laminados. Sofreír durante 20 minutos a fuego suave.
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Rallar el tomate y añadirlo a la cazuela. Dejar cocer hasta que empiece a pegarse, unos 20 minutos más. Seguidamente, añadir el pimentón dulce y desglasar con el vino rancio.
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Agregar las crestas y la pata cocida de ternera a la cazuela, previamente limpia, y cubrir con el caldo de las crestas reservado (aproximadamente unos 300 ml. Si faltara caldo, complementar con agua). Corregir de sal y dejar que cueza muy suavemente durante 30 minutos.
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Añadir los garbanzos, remover y apagar el fuego.
Consejo
Si quieres disfrutar al máximo de este plato, déjalo descansar dentro de la nevera hasta el día siguiente. Y, al momento de servirlo, lo calientas lentamente.