Carísima Meritxell,
Te pregunté qué vino me recomendarías para celebrar el fin de la vendimia y, una vez más, te tengo que decir que no podrías haber escogido uno mejor. Hoy te escribo en sábado porque ayer, viernes, celebramos con unos cuantos amigos del mundo del vino nuestra particular saturnalia con un par de botellas de Can Feixes Reserva Especial 2007, un vino que ya conocía pero que no me canso nunca de beber, quizás porque es como los poemas escolares y canónicos que te enseñan en 2.º de ESO: a primera vista te parece extraño y después, con el paso de los años, te das cuenta que sí, que es clásico y que hay cosas mucho mejores, pero curiosamente nunca dejas de tener una especie de sensación de seguridad cuando vuelves a él. Ya me has entendido. Igual que hay que tener siempre en casa un ejemplar de L'irradiador del port i les gavines de Salvat-Papasseit o unas Coplas a la muerte de mipadre de Jorge Manrique, también hay que tener siempre en casa una botella de Can Feixes Reserva Especial 2007.

 

En casi toda Catalunya la vendimia ya se ha acabado, por eso, como hacían los romanos, estos son días buenos para celebrar que el trabajo del campo más especial del año ha llegado a su fin. Lo más lógico, después de cincuenta días cogiendo uva, sería celebrarlo con una bacanal inolvidable. O cuando menos, con un banquete lleno de gente vistiendo toga y comiendo granos de uva a la manera de Calígula, pero en el siglo XXI las saturnalias nuestras son bastantes más humildes, por eso una buena fiesta de la vendimia se reduce a una cosa simple pero importante: beber un buen vino. El Reserva Especial 2007 de Can Feixes lo es, con estos taninos marcados y estos aromas tostados. Además, cuesta unos 30€, por lo tanto, tiene aquel precio que baila entre el vino caro de una celebración solemne y el vino asequible de una cena tonta del sábado. Ni una cosa, ni la otra. En definitiva, el vino ideal para una celebración que sólo entienden aquellos que saben como de difícil es hacer vino, y que a pesar de técnicamente sea el entierro de una etapa, es sin embargo el nacimiento de otra. 

Can Feixes

Tú lo dices muy bien en el vídeo: el fin de la vendimia es el auténtico año nuevo de la viña. De hecho, Francesc Ferré, de la bodega Frisach de Corbera de Ebro, me decía exactamente lo mismo el otro día, cuando le pregunté cómo había ido la vendimia este año. "Un añada dura, como la puta vendimia, que por fin ya se ha terminado. Ahora a volver a empezar y pa'lante", me dijo con esa manera de expresarse suya tan auténtica, natural y contundente, como el Sang de Corb del cual es autor, uno de los mejores que he bebido nunca. Se debió quedar bien pasmado cuando le respondí con un verso de Joan Maragall, supongo, pero es que realmente se hace difícil no pensar en el Canto Espiritual cuando entiendes que las cepas, si hablaran, al llegar septiembre se pasarían todo el día diciendo "sia'm la mort una major naixença". A don Joan le habría gustado brindar con este Can Feixes si hubiera sido viticultor, estoy seguro. Quizás habría escrito un poema y todo, pero no habría dicho que tiene un color rojizo, sino que habría escrito 'picota', quizás añadiendo algún verso que hablara de cómo son las cerezas relucientes.

Vendimia DON Tarragona ACN
Recolectores haciendo la vendimia en una bodega tarraconense. (ACN)

Aparte de Francesc, estos días también he hablado con Josep Maria Albet, de Albet y Noya, y me ha dicho que ha sido una vendimia excesivamente lenta, pesada para los trabajadores, pero de valoración notable. "Después de la vendimia del año pasado, con tanto mildiu, este año todo parece bono", me añadió. En cambio, Jordi Arnan, de Pardas Celler, se lamentaba de que "ha sido un año de sequía cruel en el norte del Penedès, y va y se pone a llover cada día durante la vendimia". Eso por no hablar de la botritis haciendo estragos en las variedades tardías, claro está. Hablando con él, y después de haber escuchado a Francesc explicándome cómo de duro es tener que vendimiar con la viña enfangada y mientras llueve, me dí cuenta de una cosa que comprendí la primera vez que trabajé vendimiando, hace casi veinte años: el auténtico dueño del campesino, incluso si es el dueño, es el tiempo. Especialmente la lluvia.

La lluvia y las fuerzas de la naturaleza, claro está, ya que Pepe Raventós, por ejemplo, me explicaba que los jabalíes le habían hechado a perder el 15% de la cosecha de Can Sumoi, en la sierra del Montmell, uno de los techos del Penedès. Por suerte, la vendimia de este año en la finca Raventós i Blanc, en el otro extremo del Penedès, la definía como "positiva y excepcional", realizada con optimismo después de un año, el pasado, donde habría sido más fácil aferrarse al pesimismo. Pocas cosas más optimistas que el eterno retorno nietzscheano y el "sia'm la mort una major naixença" de Maragall, pensé. Por cierto, hablando de morir para volver a nacer, la próxima semana voy a Girona a celebrar Fires después de dos años, por culpa de la Covid-19; el año pasado alguien me dijo que el coronavirus había matado incluso Sant Narcís. ¿Me recomiendas algún vino tinto para celebrar que también el patrón de Girona ha vivido una major naixença?
Un abrazo,
P.