El rey Felipe VI vivirá este domingo en Barcelona la que es, seguramente, la protesta institucional más importante de su reinado, que no llega a cuatro años. Pero también el plante más sonado de los 43 años de la monarquía española restaurada en 1975. La primera visita a Catalunya de Felipe VI desde su discurso del pasado 3 de octubre, tan solo dos días después del referéndum del 1 de octubre y la represión policial, adquiere así una dimensión diferente a la de cualquier viaje anterior a Barcelona.

En un momento en que el Govern catalán no está aún constituido después de las elecciones del 21-D, las dos principales autoridades son el president del Parlament, Roger Torrent, y la alcaldesa de la capital, Ada Colau. Ambos no le esperarán en la puerta con las autoridades estatales y se encontrarán dentro de la sala de la cena de gala como unos invitados ilustres más del Mobile World Congress. No serán las únicas ausencias, ya que los cargos de la Generalitat, no cesados por el gobierno de Rajoy y por el 155, pero que habían sido invitados a la cena del Palau de la Música, tampoco estarán presentes. Igual que la presidenta de la Diputación de Barcelona y otras autoridades.

Cuando se han cumplido más de cuatro meses del desafortunado discurso de Felipe VI aquel 3 de octubre, es del todo evidente la fractura que se ha producido en Catalunya y el enorme distanciamiento de una parte de la sociedad catalana con el monarca. Aquella noche, no solo una gran mayoría de los independentistas rompieron emocionalmente con la Corona española, una parte del catalanismo templado se sintió muy lejos y abandonado por el discurso real.

Desde aquel día nada ha cambiado, y lo que se ha movido ha sido a peor. Los Jordis ingresaron en prisión; el Govern fue destituido con miembros del ejecutivo catalán en el exilio, en prisión o en libertad con fianza; y la pérdida de libertades fundamentales se extendió como una mancha de aceite y despertó la atención de organismos internacionales, ONG de derechos humanos y medios de comunicación de referencia. 

No ha habido tiento por parte de la Corona, sino alineamiento con el gobierno del PP hasta difuminarse el papel arbitral del jefe del Estado.