Unos desconocidos causaron en la noche que va del sábado al domingo diversos destrozos en el coche de la diputada de Esquerra Republicana y escritora Jenn Díaz. Por suerte aquí acaba la noticia y no hay que lamentar ninguna otra desgracia, aunque vale la pena realizar algunos comentarios. Primero, el municipio donde se han producido los destrozos del vehículo es Sant Andreu de la Barca, que estos días ha sido objeto de atención informativa por la denuncia de la Guardia Civil contra nueve profesores del Institut El Palau, por un supuesto delito de odio. Segundo, el hecho de que se haya producido en una urbanización, que haya sido el único vehículo con destrozos de los que allí se encontraban estacionados y que el coche fuera de color amarillo otorga al suceso, en principio, unas connotaciones políticas cuando menos a analizar, como así lo piensan los Mossos.

El unionismo ha utilizado descaradamente Sant Andreu de la Barca y el Institut El Palau como un experimento de laboratorio para su campaña de adoctrinamiento en las escuelas catalanas. Desde el Gobierno español, el PP y Ciudadanos se está poniendo en jaque a la comunidad educativa catalana y el coro mediático de televisiones y diarios de Madrid hacen el resto. Así se ha situado en la diana a una decena de profesores del instituto en una combinación perfecta entre El Mundo y Albert Rivera. El diario titula: "Los nueve maestros catalanes de la infamia", con el rostro de todos ellos, y el líder de la formación naranja se apunta: "Los maestros separatistas que señalaron a hijos de guardia civil en Catalunya. La fiscalía les investiga por delitos de odio, pero el Gobierno de España dice que no les abrirá expediente. Con cobardía nunca se vence al nacionalismo".

Tercero, el silencio de los principales líderes unionistas cuando escribo este artículo sobre el acto violento contra la diputada Jenn Díaz. Ni por cortesía, un pronunciamiento. El silencio a veces habla mucho más que cualquier declaración.

Cuarto, la violencia nunca es neutra. Lo hemos dicho en muchas ocasiones: está resurgiendo en Catalunya una ultraderecha que actúa con impunidad y a la que no se le está haciendo frente desde el ámbito policial. Esa es la violencia principal en las calles de Catalunya en estos momentos, más allá del relato novelado que magistrados togados escriben en sus autos. Hay una cierta inacción ante el despliegue de la ultraderecha, que ha aprovechado el conflicto catalán para reactivarse y que ha ocupado incluso una posición muy visible en manifestaciones unionistas.

Pero de eso los partidos del 155 no quieren saber nada.