En un corto espacio de horas, el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, y el secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, han planteado públicamente la aplicación de un nuevo 155 en Catalunya. O sea, la supresión del Govern, del Parlament, en resumen, de la autonomía y por un período más largo que el del pasado mes de octubre. Es obvio que es simplemente, hoy por hoy, una amenaza y un intento de desestabilizar el gobierno de Pedro Sánchez presentándolo como rehén de los independentistas. La pregunta, no obstante, que deberíamos hacernos es: ¿Por qué ambos partidos necesitan imperiosamente el 155 para hacer política? ¿Es lógico que su única propuesta sea una y otra vez la supresión de las instituciones de Catalunya y entre un tiempo y otro no haya habido ninguna propuesta política para mejorar las condiciones de vida de los catalanes? Siempre lo mismo una y otra vez: ataques a la lengua, a TV3, a la identidad catalana y a su escuela en un revival que ya dura muchos años.

Que, además, su propuesta haya tenido lugar el día en que se ha producido un ataque en una comisaría de los Mossos d'Esquadra de Cornellà, que está siendo investigado como un atentado terrorista ya que la persona muerta portaba un arma blanca y habría gritado "Alá es grande", demuestra claramente la escala de prioridades de Cs y PP y la falta de empatía con las preocupaciones de los catalanes. De hecho, no ha pasado nada para que esta posibilidad de un nuevo 155 esté encima de la mesa antes, al contrario: ni el Govern ni el Parlament han incumplido el Tribunal Constitucional y, en todo caso, lo que ha habido han sido gestos de hostilidad entre gobiernos o declaraciones que no hayan podido ser del agrado de Madrid. 

Como en el caso de los lazos amarillos o las agresiones fascistas que se están produciendo últimamente contra los independentistas, todo forma parte de una estrategia de provocación. Que, en algunos casos, ha podido contar, al menos así ha parecido ante la falta de explicaciones, con complicidad de elementos de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. El president de la Generalitat, el conseller d'Interior y los grupos parlamentarios independentistas en el Congreso ya han pedido explicaciones al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

La competición entre PP y Cs para liderar la corriente más reaccionaria de la derecha española es del agrado de muchas instituciones españolas. Todo menos hacer política con Catalunya, algo que en algunos momentos parece ser la intención de Pedro Sánchez. Pero estas percepciones se desvanecen tan rápido que no pueden ser consideradas aún opciones ni reales ni posibles.