El juicio del denominado caso de los ERE se ha iniciado este miércoles en Sevilla con un cierto perfil bajo, como si alguien quisiera evitar que el mayor caso de corrupción habido en España acabara teniendo un impacto electoral en Catalunya. Dos expresidentes andaluces, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, tienen sobre sus espaldas penas de prisión muy importantes o de inhabilitación durante varios años.

Ambos suman 23 años al frente de la Junta de Andalucía, amén de otros cargos muy importantes como ministros en diferentes gobiernos españoles con Felipe González, así como también la presidencia del PSOE. La Fiscalía ha cifrado el fraude en casi 750 millones de euros. Chaves y Griñán son la quintaesencia del socialismo español por los puestos que han ocupado, por cómo los han desempeñado y también por una visión determinada de Andalucía: siempre, mejor atada corta. Algo que no le ha ayudado a prosperar como bien hubiera podido hacer.

Hay una cierta desgana en la España oficial a hablar de ello y un cierto consenso en que el marco del debate aceptado no debe salirse del tema catalán. ¿Los ERE? Ahora no tocan. No hay que debilitar el voto unionista en las elecciones del 21-D, parece ser la consigna. Y, así, la noticia se perdía en los pisos inferiores de las ediciones digitales  de los diarios de papel editados en Madrid. Por cierto, para ninguno de los dos ningún fiscal ha pedido nunca prisión provisional sin fianza ni con fianza. Chaves y Griñán, sobre los que la Fiscalía se ha pronunciado con gran dureza, sobre todo en el caso del segundo, en lo que se considera la mayor trama de corrupción política del Estado español, han podido gozar siempre de libertad.