Leo Messi hace tambalear los cimientos del Camp Nou con sus goles pero también con sus palabras. Cuando alza la voz, el delantero tiene tanta puntería como con la pelota en los pies y esta vez la víctima ha sido Éric Abidal. El secretario técnico del Barça acusó a algunos jugadores "de no trabajar mucho" bajo las órdenes de Ernesto Valverde y el 10 blaugrana dijo basta. A través de Instagram, Messi hizo lo que tiene que hacer un capitán: defender a los suyos y exigir responsabilidades.

Las declaraciones del argentino provocarán la destitución de Abidal, y es que el presidente, Josep Maria Bartomeu, no quiere asumir el riesgo que supone hacer enfadar al mejor futbolista del planeta. Algo coherente si se tiene en cuenta que Messi es un ganador de títulos nato y que en este caso, además, tiene motivos para cargar contra la dirección deportiva. Y si no, que le pregunten a Quique Setién, que tendrá que afrontar la temporada con sólo 16 futbolistas del primer equipo.

Si hay una razón por la cual no se discuten las sentencias de Messi, sin embargo, es porque nadie quiere arriesgarse a perderlo. La paciencia del delantero tiene un límite y Bartomeu, a través de una innumerable lista de malas decisiones deportivas, institucionales y dialécticas, ha provocado que el jugador insignia diga basta. Si él abandona al Barça, la directiva actual está sentenciada.

El adiós de Messi es un asunto que nadie se atreve a abordar, quizás porque imaginar el equipo sin él es especialmente doloroso. Pero hay que recordar que puede abandonar el club cuando quiera. Tal como explicamos el pasado 5 de septiembre, el argentino incluyó una cláusula en el último contrato que firmó con el Barça —en 2017— gracias a la cual se puede marchar cuando él lo crea conveniente. Su vinculación con el equipo acaba el año 2021, pero nada le impide hacer las maletas este verano. Si esto pasa, rodarán cabezas.