El Barça ha perdido la final de la Copa del Rey y lo ha hecho evidenciando varias realidades. La primera, que el equipo todavía no ha superado la derrota histórica de Anfield. La segunda, patrocinada por Arturo Vidal y Ernesto Valverde, que la planificación de esta temporada no ha sido buena. La tercera, y quizás es la más evidente, que la plantilla -y toda la entidad en general- necesita una sacudida sin precedentes.

Perder la final de Copa no es un drama. El Barça ha ganado las últimas cuatro ediciones de la competición y, ante un equipo que está viviendo uno de los mejores cursos de su historia, podía pasar. Los blaugrana, además, han corregido una primera parte nefasta y como mínimo han muerto matando.

La derrota, sin embargo, tiene que servir para que la entidad se reconvierta. Dar un paso atrás para hacer dos adelante. Si el Barça quiere volver a ser aquel equipo que provocaba pánico en todo el continente, lo primero que tiene que hacer es deshacerse de varias piezas que ya no encajan. O que quizás no han encajado nunca, al fin y al cabo.

Valverde, aunque cuente con el aval de Leo Messi, tiene que ser sustituido por un entrenador valiente. Ivan Rakitic por Frenkie de Jong. Philippe Coutinho por Carles Aleñá. Luis Suárez -pendiente de la Copa América pero no de su club- por un extremo que dé espacio a Messi.

Hay que desengañarse. Una remontada en el Benito Villamarín no hubiera pasado a la historia. Una decisión valiente en las próximas horas sí.