Paseo monumental del Real Madrid en Chipre. El APOEL no ha sido ni rival, ni amigo, ni enemigo. Simplemente es como si los locales no hubiesen salido al campo a competir después de la comodidad blanca que vuelve a hacer sonreír al Madrid. Y con seis goles en la Champions League han tenido suficiente para reponerse de las dudas de las últimas semanas.

El Madrid ha llegado con las manos vacías, esperando recoger bastantes frutos en el pequeño país europeo, y ha salido con una mochila llena de cosas. Aparte de los goles, los tres puntos es una de las grandes alegrías que se han podido embolsar. Como también la satisfacción individual de los más frustrados.

El pasillo al campeón

Más que un partido de la fase de grupos de la Champions, en momentos ha podido parecer que era un partido de exhibición y de exaltación para el vigente campeón de Europa. Los chipriotas del APOEL todavía están en plena lucha para poder optar a seguir vivos en Europa, pero ni eso ni su afición los han podido espolear.

Desaparecidos desde el primer minuto, el partido sólo ha sido de color blanco. En Madrid, sin moverse mucho, corriendo lo necesario y esperando recibir los muchos regalos que el APOEL finalmente ha entregado. Zidane ha sacado un once respetable, con jugadores habitualmente titulares, y que han podido consolarse de las malas sensaciones previas al partido.

Entonces ha llegado el momento de los premios de los goles. Sorprendentemente Benzema ha recuperado el olfato goleador con un doblete, Cristiano Ronaldo ha superado en sólo 90 minutos su récord goleador en la Liga de este año también con dos sencillos goles. Y a la fiesta se han apuntado Modric y Nacho.

Una goleada de escándalo, pero muy justa en Nicosia. El Madrid ha vuelto a ser un equipo goleador, respira un poco en Europa, pero acabará segundo de grupo. El APOEL ha vuelto a decepcionar contra los blancos.