La titular del Juzgado de Instrucción 14 de Barcelona ha archivado este miércoles la denuncia de la Unión de Oficiales de la Guardia Civil contra Mònica Terribas, directora del programa El Matí de Catalunya Radio, a quien se acusaba de desórdenes públicos por solicitar a los oyentes, el 22 de septiembre del 2017, información de los movimientos de las fuerzas de seguridad españolas que vieran. Terribas no delinquió porque "su conducta [...] no tiene encaje concreto en ninguno de los tipos previstos en el Código Penal", según la resolución de la jueza Cristina Ferrando.

La resolución añade que "[no hay] elementos que permitan establecer una relación directa entre la conducta de la investigada y los hechos concretos" que se denuncian, "tal y como resulta del propio informe emitido por la Guardia Civil". Más claro, agua.

El Periódico ha publicado la primicia (¡enhorabuena!) con este titular:

Varapalo judicial a Mònica Terribas por difundir
movimientos de la Policía y la Guardia Civil

"Varapalo judicial". Lógico. Porque "varapalo judicial" es el concepto exacto con el que todo el mundo definiría el archivo de una denuncia que te acusa de un delito penado con multa y de tres meses a un año de prisión. Porque "varapalo judicial" es cuando el juez dice que no hay ningún hecho que te incrimine ni pruebas que hayas cometido ningún delito. Porque "varapalo judicial" se llama a cuando te libras de una y buena. El típico "varapalo judicial" de toda la vida, vaya. "Varapalo judicial", claro que sí.

Fiel a este notable concepto de noticia, el diario nada más dedica 33 de las 661 palabras de la pieza a explicar que la denuncia se ha archivado, que Terribas no cometió ningún delito. Concretamente, el 5% de las palabras de la versión en español (en catalán es el 4,8%, digámoslo todo).

Bronca judicial

¿A qué dedica el restante 95,2% (o 95%) que justifica el "varapalo" del titular? Pues a la bronca que echa la jueza a la periodista y que ocupa la mayor parte de la resolución. Bronca o rabieta, lo que sea. La jueza Ferrando considera que Terribas "fue irresponsable desde el punto de vista de la ética profesional", "generadora de riesgo para la población","generó una situación de riesgo para la actuación de los diferentes dispositivos policiales" [que] "parecía querer entorpecer" y, encima se vanaglorió de ello, etcétera.

Dejando de lado el juicio de intenciones a la periodista ("parecía querer entorpecer"), cabe decir que las lecciones de periodismo de la resolución judicial no se contienen en ni se deducen del Código Deontológico de la profesión periodística del Col·legi de Periodistes de Catalunya.

¿A qué viene esa catilinaria? Lo llaman obiter dicta, un latinajo que se traduce por "dicho de paso", una licencia jurídica que los jueces (o juezas) utilizan para ellos (o ellas) soltar vapor o para consolar al denunciante decepcionado, como queriendo decir. Son observaciones complementarias, opiniones no vinculantes, que ni siquiera son parte de los fundamentos jurídicos de la resolución (o de la sentencia, si es el caso). Es decir, que tanto si están como si no, son poco más que paja jurídica.

Muy enfadados

Un caso igual es el de la sentencia de la Audiencia Nacional que absolvía al presidente de Catalunya Acció, Santiago Espot, de injurias a la Corona y ultrajes a España por promover la pitada al himno en la final de Copa de 2015. Según el tribunal, era una conducta "incívica, impropia, desafortunada y con manifiesta falta de educación", "profundamente reprobable, merecedora de los calificativos más abyectos", etcétera, peeeero "no tiene encaje en las previsiones" del Código Penal. Por lo tanto, ni injurias, ni ultrajes, ni nada. Eso sí, el tribunal se enfadó mucho, nunca sabremos si para dar un placer al monarca, porque les sabía mal no poder empapelar a Espot, o sólo eran lágrimas de cocodrilo o cualquier otra cosa.

Tampoco sabremos nunca por qué el archivo de una denuncia es un "varapalo judicial" y por qué se dedica toda una información a hacer quedar a Mònica Terribas como una mala profesional dando vuelo a las opiniones personales de una jueza que, mejorando lo presente, no es quien. Obiter dictum, puede parecer una vendetta. Mala cosa, en tiempos de tanta creatividad judicial.