Llega al Museu d'Arqueologia de Catalunya de Barcelona la exposición El sexo en la época romana. Se trata de una muestra que lleva 5 años circulando, con gran éxito, por Catalunya, pero que también ha pasado por Valencia, por Irún... La exposición ha sido producida por el Museu de Badalona, con la colaboración de la Arqueoxarxa, y ha sido comisariada por Joan Mayné y Esther Gurri.

Gurri: "La sociedad romana abordaba el sexo con más naturalidad que la nuestra"

Los romanos más próximos

La exposición tiene como eje principal algunas piezas de periodo romano que se conservan en los museos catalanes, unos materiales que a menudo han sido descontextualizados, sin destacar su contenido erótico y pornográfico. A través de estos materiales, según Esther Gurri, se puede ver que la sociedad romana se aproximaba al sexo con mucha más naturalidad que la Catalunya de los siglos XX y XXI, "que muestra todavía mucho la huella de la cultura judeo-cristiana". En la Roma clásica no era extraño que en la entrada de una casa, como campanilla, hubiera un gran falo que daba la bienvenida a los visitantes, que la gente llevara colgantes en forma de pene, ni que hubiera en las casas lámparas o cuencos con decoraciones con escenas sexuales. En realidad, parece ser que el falo, más allá de sus connotaciones sexuales, era representación de la abundancia. "No son objetos que se hayan encontrado en prostíbulos, sino que todo parece indicar que eran piezas de uso cotidiano", apunta Gurri. En el Museo de Nápoles había un "gabinete secreto", que sólo se dejaba ver a los visitantes ilustres, lleno de piezas con contenido sexual explícito: ninguno de ella pasaría actualmente el filtro de Instagram. En la exposición se muestra un impresionante rython, encontrado en la necrópolis de Empúries; se trata de un vaso ritual, un tipo de porrón usado para beber vino, de forma fálica y con decoraciones que muestran escenas sexuales.

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Los romanos se retratan

La exposición se complementa con grandes reproducciones de las pinturas encontradas en Pompeya y Herculano, las dos ciudades destruidas por la lava del Vesubio. Algunas de estas imágenes tienen un claro contenido sexual. En algún caso se muestran escenas de sexo explícito. Incluso hay imágenes de las prácticas más condenadas en la època, como el cunnilingus, o de mujeres llevando la iniciativa en el sexo (una cosa que tampoco estaba bien vista, pero que a tenor por lo que muestra la exposición, tampoco era tan excepcional).

Los romanos hablan

La exposición contiene muchos textos que contextualizan las piezas. Ahora bien, los comisarios decidieron, más que teorizar, hacer que los romanos hablaran por ellos mismos, y por eso buscaron textos en que autores romanos explicaban su visión del sexo. Hay algunos que explican experiencias aceptadas socialmente; otros hacen propuestas muy rompedoras. Evidentemente, entre estos destacan a Ovidio, que en su Ars Amandi incluso propone que las mujeres tomen algunas iniciativas, una cosa que en la época era muy mal vista.

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Sexo para hombres

Gurri destaca que la visión que da la exposición tiene un fuerte sesgo masculino, porque los que hablaban de sexo, en Roma, eran casi todos hombres. Además, el sexo estaba al servicio del hombre, que era un auténtico tirano en su hogar; se suponía que en el acto sexual tenía que tener un papel activo y buscar su propio placer (de hecho, Marcial consideraba infamente que alguien fuera un "lamecoños"). Los hombres acomodados tenían una amplia libertad sexual para tener relaciones con personas de condición social inferior, pero no podían mantener relaciones extramatrimoniales con "gente bien" (se consideraba estupro y era castigado). Durante muchos siglos la mujer estuvo completamente sometida al marido, aunque en tiempo del Imperio parece ser que las costumbres se relajaron mucho (algunos afirmaban que el adulterio era muy común, aunque su testimonio no era muy fiable). En realidad, la exposición pone de manifiesto que mientras el matrimonio era básicamente por interés, había mucha prostitución para cubrir las necesidades sexuales de los hombres (en los paneles se reproducen algunos grafitis en que prostitutas se anunciaban). De hecho, la prostitución ni siquiera era mal vista, sino que se consideraba una salida normal para las necesidades sexuales masculinas. En cambio la homosexualidad masculina existía, pero era mal vista sobre todo porque implicaba el papel pasivo de un hombre. Peor era percibida, todavía, la homosexualidad femenina.

Sexo divino

La exposición también dedica un espacio importante a la relación entre los dioses y el sexo (una concepción absolutamente ajena a la tradición judeo-cristiana, con un Dios único y asexuado). Pone de manifiesto que los dioses romanos, como Júpiter o Venus, no eran precisamente un modelo de castidad. Cupido, el dios del enamoramiento (y del desenamoramiento)  muy presente a las decoraciones de la Catalunya romana. Y también pone de manifiesto las curiosas figuras de Hermafrodita (una divinidad con genitales masculinos y pechos) y de Príapo (el dios dotado de un pene descomunal). En Catalunya, en aquel tiempo tierra de viñas, parece ser que había mucha devoción por Baco, el dios del vino (y también del teatro y del delirio místico). Se conservan muchas imágenes, pero en cambio no hay constancia en los archivos de que se celebraran las célebres "bacanales" (procesiones en homenaje a Baco que se celebraban en zonas rurales y que podían acabar con orgías). A pesar de todo, en la exposición se muestra un pequeño grafiti que hace pensar que también hubo alguna bacanal en Catalunya (aunque se desconoce como terminó).

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Las dificultades de una traducción

Cuando Esther Gurri empezó a documentarse para hacer esta exposición se encontró con una dificultad: algunas de las traducciones disponibles en catalán edulcoraban los originales ignorando su contenido sexual. "Algunas de las traducciones de Bernat Metge no tenían nada que ver con lo que decían los originales", asegura. Los comisarios tuvieron que encargar nuevas traducciones que devolvieran su frescura primigenia a los textos. Y es que Juvenal habla de "pollas" y no de nada más. Marcial quizás todavía era más crudo al describir la tríbade Filenis: "da por el culo a los chicos, / y con un empuje más feroz que el de un marido se cepilla a once chicas cada día. (...) devora completamente la entrepierna de las chicas".

El latín que no te enseñaron en la escuela

La exposición El sexo en la época romana, en su apartado final, nos muestra que el latín es una lengua que tenía un amplio vocabulario erótico. Muchas palabras de contenido erótico han llegado casi sin cambios hasta nuestros días: orgasmus, prostibulum, meretrix, prostitutus, masturbare, membrum, lupanar, libidinosus, cunnilingus, effeminatus, fellatio, fornicare, fodere (dar por el culo)... Sorprende la gran variedad de términos que tienen para referirse al falo: virilia, virga, verpa, vasculum, sopio, sicula, scapus, radius virilis, pubes, cauda, cucumis, gladius, inguinis arma... Incluso hay expresiones para cuando es pequeño (pipinna) o para cuando está lánguido (beta, acelgla). El repertorio para la vagina era más reducido: vulva, vagina, sulcus, hortus Veneris (jardín de Venus). Y aunque los médicos del siglo XVI se atribuyeron el descubrimiento del clítoris, en realidad ya tenía un par de términos para definirlo en latín: landica y crista. También había varias expresiones para definir el orgasmo: fructus veneris (fruto de Venus), gaudia veneris (placeres de Venus), suma voluptas, concitatio...

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Una lengua para lo prohibido

En teoría la moral romana prohibía muchas cosas: el adulterio, la masturbación, el cunnilingus... Pero el amplio vocabulario sexual de los romanos nos muestra que quizás no eran tan estrictos en la práctica como en la teoría. De hecho, su vocabulario incluía como mínimo tres variantes para hablar de la masturbación: tractare, glubere o facere solecismum (masturbarse); y también incluían variantes para hablar del cunnilingus, como lingere cunnum (lamer el coño). Había expresiones para varias prácticas sexuales: sollicitare (excitar), prurire (ir caliente), mentulam tendere o arrigere (templar) trusare o dedolare (follarse a alguien), mollere (joder) perdepsere (tirarse), irrumare (hacerse chupar el pene), scindere (sodomizar), patere (poner el culo para ser sodomizado), mentulam cagare (cagar una polla, ser sodomizado)...

El sexo de los romanos, con matices

El cine ha sacado un gran provecho del sexo de los romanos, hasta el punto que es fácil asociarlo a las grandes orgías mostradas por Hollywood. La exposición que ahora muestra el Museo de Arqueología de Catalunya permite una aproximación diferente al tema. No niega la existencia de episodios de lubricidad desbocada, ni la existencia de prácticas sexuales muy diversas, pero a la vez apunta que la sociedad roamana tenía unas normas morales muy rígidas en lo sexual, especialmente en el seno de las clases altas. El sexo en la época romana aprovecha el atractivo que tiene el tema para aproximar a la sociedad romana a un público que quizás no es muy aficionado a museos y exposiciones. Y sin duda, lo consigue...