Ramon Casas y Santiago Rusiñol, además de ser, ambos, grandes artistas, eran my amigos. Lo fueron sempre. Y durante algún tiempo, en el último cuarto del siglo XIX, diseñaron, juntos, algunos proyectos artísticos. Hace unos años ya se organizó una exposición sobre su estancia en las ruinas de Poblet. Ahora, el Museu de la Vida Rural (de la Fundació Carulla), de l'Espluga del Francolí, presenta una exposición sobre otra de las aventuras conjuntas de los dos artistas: Rusiñol i Casas por Catalunya en carro (1889-1892) es una exposición de una cuarentena de piezas sobre un viaje en carro que hicieron conjuntamente los dos artistas. Se combinan pinturas, dibujos, textos, fotografías y prensa, porque todos ellos estuvieron, de una forma u otra, involucrados en esta experiencia que resultaría decisiva para el futuro de estos artistas. Hay obras de arte de procedentes del MNAC, del Museu del Cau Ferrat de Sitges, del Museu de la Garrotxa de Olot, del Museu Víctor Balaguer de Vilanova, del Museu de Montserrat y de colecciones particulares. Esta exposición, comisariada por Vinyet Panyella, estará en el museo de l'Espluga del Francolí hasta el 14 de enero y cerrará, definitivamente, el Año Casas.

Carro con ocho mulas de tiro, Ramon Casas. 1889. Aceite sobre madera. Museu del Cau Ferrat.

El desafío de dos bohemios no tan bohemios

El primer viaje en carro de Casas y Rusiñol los llevó de Manlleu a Sant Feliu de Guíxols (posteriormente harían otro viaje en carro y uno en bicicleta). En esta localidad costera hacían una gran fiesta mayor para celebrar que había llegado a la localidad la línea de ferrocarril que conducía a Girona. Casas y Rusiñol, que en algunos casos serían apóstoles de la modernidad (es conocido su amor por los coches, las bicicletas y la aviación), en este caso decidieron hacer de defensores de la tradición, y decidieron ir hasta allí en carro desde Manlleu. Aseguraban que era el mejor modo de viajar: sin prisas, sin horario, sin presiones... Así pues, pasaron algunos días en el carro, presumiendo vida bohemia, pero en realidad aprovecharon mucho el tiempo. Elaboraron algunas crónicas que se publicarían en La Vanguardia con el título "Desde mi carro" (unos textos magníficos de Rusiñol con ilustraciones de Casas). Pero, además, en este trayecto que los llevaría a Sant Feliu y todavía más lejos, pintarían cuadros de paisajes, terminarían dibujos e incluso realizarían los borradores de textos que se publicarían más tarde. En realidad, en alguna ocasión ellos mismos se definieron como "auténticos obreros del arte".

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Autorretrato con boina y chalina, Ramon Casas. Óleo sobre tela. Museu del Cau Ferrat.

Más Max que señor Serra

Casas y Rusiñol pasaron tres semanas de viaje, en la primera ruta en carro, aunque coleccionaron un montón de anécdotas, que explicaban con frecuencia a los amigos. Pero no estuvieron absolutamente solos. En unas etapas fueron acompañados de Raimon Casellas, y en las crónicas que publicaban en La Vanguardia se le cita a menudo. Obviamente, también iba con ellos Max, el viejo caballo que les habían dejado para arrastrar el carro. En los textos hay numerosos elogios al caballo, que además, acompañó a los artistas en una excursión posterior (incluso se cree que Max es el protagonista de un cuento posterior de Rusiñol, sobre un caballo muerto en una carrera de toros). También tenemos algunos dibujos del animal, de la mano de Casas. Ahora bien, los textos citan mucho menos al carretero ("el mozo", como figura en las crónicas). Porque por bohemios que fueran los dos pintores burgueses, no eran ellos los que cuidaban del caballo, obviamente. En la exposición sale una foto del carretero, en compañía de Casas y Rusiñol. En la exposición figura su apellido, Serra. Pero en cambio no aparece en ninguna de las crónicas. Los artistas bohemios catalanes también tenían su sherpa.

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Ilustración de Ramon Casas para la serie de artículos "Desde mí carro" de Santiago Rusiñol en La Vanguardia. Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC).

Un tiempo maravilloso

Las crónicas de Rusiñol y Casas ponen de manifiesto un tiempo fantástico del periodismo. Los textos que enviaban no era, estrictamente un dietario, pero sí que se configuraron como un espacio con personalidad propia dentro del diario que las publicaba. Y las crónicas pintorescas se mezclaban, con mucha gracia, con el arte. Rusiñol tiene un gran talento como narrador, y es especialmente hábil al describir a los personajes atípicos que se irán encontrando por el camino. Es, por ejemplo, extremadamente divertida su crónica de su paso por Seva, localidad que poco antes de su llegada se había quedado sin médico y sin barbero. Parece ser que los vecinos, mayoritariamente, llevaban unas respetables barbas nada arregladas. Rusiñol y Casas rehúsan la idealización del mundo rural, pero tampoco caen en el dramatismo.

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Paisaje con arroyo, Santiago Rusiñol. Óleo sobre tela. 1889. Biblioteca Museu Víctor Balaguer.

Un viaje con cola

En este viaje, por primera vez, Casas se empezó a interesar por el paisaje. En la exposición se muestra algunos de los únicos cuadros de este pintor donde la naturaleza tiene un papel destacado. Pero el impacto todavía fue mayor para Rusiñol, quien se interesó mucho por los personajes del mundo de la farándula que se encontró por el camino, y que más tarde retrató en algunas de sus obras literarias, como L'alegria que passa, una obra a la que puso música Enric Morera. Después de este viaje, Casas y Rusiñol irían a París, como tantos otros artistas de su generación. Allí convivirían en los ambientes más bohemios, sobre todo, en torno al Moulin de la Galette. Aprenderían mucho, y parece ser que se lo pasaron muy bien, pero retrataron un París sórdido, triste... A partir de esta estancia también publicarían una serie de crónicas a cuatro manos: Desde el Molino. Y después sus caminos profesionales se separarían: Casas, más que reflejar la vida rural, se quedaría fascinado por las multitudes urbanas de su propia ciudad, Barcelona, que darían lugar a alguno de sus mejores cuadros (como La carga o Garrote vil). Rusiñol se dedicaría a muchas otras cosas: al teatro, al musical, a la pintura... Pero ninguno de los dos olvidaría aquel mítico viaje en carro, saliendo de Manlleu, que en su memoria alcanzaba dimensiones épicas.

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L'alegria que passa, a Santiago Rusiñol. Cartel.

Cierre notable

El Año Casas ha sido todo un éxito. La exposición central de este año está ahora en Mallorca, donde ha tenido un gran éxito de público, como otros acontecimientos del Año. La del Museu de la Vida Rural es una exposición de pequeño formato, que no pretende competir con la gran muestra, pero que quiere cerrar las conmemoraciones con dignidad. Y lo alcanza ampliamente, ya que es una exposición que tiene unos objetivos muy delimitados y responde muy bien a ellos. Además, esta exposición puede constituir un magnífico pretexto para visitar el interesante Museu de la Vida Rural de l'Espluga. Un centro que quiere documentar la vida en el campo desde el siglo XIX hasta la actualidad, y reflexionar sobre ella, con una espectacular colección de herramientas y máquinas relacionadas con las actividades agrícolas que dan una perspectiva de la vida rural catalana. Una buena ocasión para acercarse a l'Espluga del Francolí.

 

Imagen de portada: Ilustración de Ramon Casas para la serie de artículos "Desde mi carro" de Santiago Rusiñol en La Vanguardia. Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC).