Pol Beckmann no es Bekman. ¿O sí? Pol Beckmann es el autor de Novel·la (Quaderns Crema), y Bekman es el protagonista de Novel·la, una obra en qué, según su propio autor "nada es lo que parece". Según el escritor, al igual que Bekman es una deformación de su nombre, el personaje también es una deformación, un poco peculiar y extrema, de él mismo, por ello espera que nadie se tome la novela de una forma literal, como una obra de autoficción, porque como dice Sandra Ollo, su editora, esta obra es, sobre todo, "un juego", un juego que empieza con el mismo título.

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Pol Beckmann. Foto: ACN / Pere Francesch.

Metaliteratura

En Novel·la, el protagonista se mete en un triángulo amoroso, con dos mujeres fascinantes, que tienen una cierta semejanza física, pero que en otras cosas son completamente diferentes. Eso no es tan extraño en sí, pero el triángulo amoroso en que se mete Bekman es extraordinariamente extraño, como irá descubriendo el lector a medida que avance en la trama. De hecho, la obra de Beckmann es, en conjunto, una reflexión sobre la literatura y la relación entre realidad y ficción. Pero lo hace desde un universo lleno de cotidianidad, en que es terriblemente fácil introducirse, y del que después resulta terriblemente difícil escapar. En realidad, el título de la obra no es gratuito, porque Novel·la está llena de referencias metaliterarias. El protagonista es un escritor y su relación con los personajes estará en el centro de su complicada existencia. Y el lector será espectador, en primera fila, del conflicto entre el autor y sus creaciones.

Surrealismo

La obra tiene un cierto tono surrealista, pero al mismo tiempo divertido. "Puede tener algún punto gamberro, pero mi intención no era hacer una novela gamberra", explica Beckmann. De hecho, durante mucho tiempo el autor se dedicó a escribir cuentos, y Novel·la se concibió inicialmente como un relato corto, y por eso tiene el estilo preciso y directo de un cuento. Sin duda, hay una resonancia de Pirandello, con unos personajes que se rebelan contra su autor. Beckmann confiesa que es uno de sus referentes: "Empecé a tocar temáticas pirandellianas a los 17 años, antes de conocer quién era Pirandello". Pero también tiene otros, entre los grandes cuentistas catalanes: Sergi Pàmies, Quim Monzó y, también, Pere Calders. Sobre Calders, Beckmann explica que para él fue un autor "fundamental, porque lo leí a los 12 años y representó mi entrada en el mundo de la literatura de adultos". Añade que "en ciertos aspectos me he alejado de él, pero en otros me mantengo fiel a él". Cita también, como autores que admira y que le han influido mucho, a Borges, Kafka, Saramago...

Recrear un mundo ideal

Pol Beckmann afirma, a pesar de todo, que la surrealista historia que explica, no es tan extraña: "Todos en mayor o menor medida construimos una cierta ficción". Sin embargo puntualiza: "El caso de Bekman es extremo. Quiero pensar que no hay muchos Bekmans en nuestra sociedad, pero al final la fantasía como herramienta para sobrevivir al tedio cotidiano, a la rutina, todo el mundo la ha utilizado en algún momento de su vida, porque todo el mundo quiere una ficción que sea más amable que la realidad". En todo caso, quiere dejar claro que él no es como en Bekman, su álter ego: "que nadie se piense que yo soy una persona patológicamente insatisfecha...".

Retorno a la literatura

La primera novela de Beckmann es una agradable sorpresa en el panorama literario catalán, especialmente por lo que tiene de inaudita en este momento. Se trata de una obracorta, preciosista, perfectamente trabajada, en la que todos los elementos encajan a la perfección. Y escapa de los parámetros de la literatura de moda. Es una obra que sorprende el lector y que le obliga a hacerse continuas preguntas, pero que no le aburre ni en un solo momento. Al fin al lector le queda la duda de si Novel·la es la historia de un gran amor, de dos grandes amores o de ningún amor. Pero eso, obviamente, es parte del juego de Pol Beckmann, un autor sorprendentemente maduro y sólido para su edad.