Jordi Solé presenta estos días Operació Judes, una novela negra con el trasfondo de una operación de espionaje durante la guerra civil española, que se presenta con el subtítulo: "Barcelona 1938. Un asesinato amenaza al gobierno de Companys". Solé se formó como periodista, y pasó por numerosos medios, como el Diari de Barcelona. Hoy en día se dedica básicamente a la literatura. A pesar de todo, afirma que sus intereses son muy diversos. Y tiene mucha afición por la historia: se siente fascinado por la Primera Guerra Mundial, y se siente tentado a escribir alguna cosa sobre la guerra civil norteamericana, aunque es consciente del poco interés que el tema despierta en nuestro país.

Hay muchas novelas sobre la guerra civil, como "Incerta glòria" o "Soldados de Salamina". Pero no hay muchas obras sobre las intrigas de la retaguardia, que como demuestra a su novela, son un auténtico filón literario. ¿A qué atribuye eso?

Es curioso, porque el tema de la retaguardia es muy interesante a nivel literario. Quizás hay un cierto pudor para tratar ciertos aspectos de la guerra. Hay muchas películas de la II Guerra Mundial en términos exclusivamente bélicos, relatos de heroismo, pero no hay nada de este tipo sobre la guerra civil. Quizás nos cuesta distanciarnos de ella...

¿Pretende dar a conocer la guerra civil a través de su novela?

No, en absoluto. Creo que es muy mala idea pretender aprender historia a partir de novelas históricas. Si yo quisiera informarme sobre la guerra civil, tendría que leer un buen ensayo, por ejemplo, La guerra civil española de Antony Beevor. Yo hago ficción: quien quiera pasárselo bien, que me lea, pero quien quiera profundizar en el tema, tiene que buscar otras cosas.

A pesar de todo, usted hace una descripción detallada de la Barcelona en guerra: las checas, las dependencias oficiales, los bombardeos. ¿Ha realizado una intensa tarea de documentación sobre el tema?

Yo he intentado que los hechos y los lugares que describo se basen en fuentes contrastadas. En la medida de lo posible yo, cuando escribo, busco referencias sobre todo. Si mis personajes entran en una checa, intento enterarme de cómo eran. Pero soy, ante todo, un narrador: si hay una cosa que no consigo encontrar, me la invento... Justamente por eso escribo ficción.

La obra parte de un hecho real, una operación de espionaje durante la guerra... ¿De dónde sale esta historia?

Mi interés principal, en Operació Judes era retratar a Pol Vidal, que ya había sido protagonista de otras obras mías, con más de sesenta años, y eso me llevaba directamente a la guerra civil, un periodo idóneo para aquello que me interesaba. Cuando me documentaba sobre la guerra, en un libro de Domènec Pastor Petit, encontré una referencia a una operación de intoxicación republicana antes de la batalla del Ebro. No pude obtener más información, pero me iba perfecto para el libro: Se non è vero è ben trovato.

Pol Vidal es, como usted, periodista. ¿Tiene algún otro paralelismo con usted?

Inventé un personaje que trabajaba en el Diari de Barcelona, que es un medio en el que yo había trabajado, y al que tengo mucho aprecio. Pero en general, yo, conscientemente, pongo muy poco de mí en mis personajes. Ahora bien, creo que hay una forma de ver el mundo y unos gustos que, inconscientemente, están en mi novela, inevitablemente.

Durante la guerra civil se hacía un periodismo que cada vez se hace menos y que hay que reivindicar

Uno de sus personajes es Robert Capa, por quien usted muestra una clara admiración. ¿Cómo llega a este personaje?

Me sentí fascinado por Robert Capa a partir de la novela de Susana Fortes Esperando a Robert Capa. Hay un conjunto de periodistas de esta época, como Robert Capa, Gerda Taro o Herbert Matthews que me fascinan, porque fueron capaces de venir aquí y arriesgaron mucho. Además, hacían un gran trabajo de información: no eran imparciales, pero eran honestos. Tienen todas mis simpatías y toda mi admiración. Hacían un periodismo que cada vez se hace menos y que hay que reivindicar...

Escribe una novela que denuncia los crímenes del franquismo, pero que habla también de los abusos a la retaguardia republicana: del caso Nin, de las checas... ¿Cree que ha habido demasiada parcialidad al hablar de la guerra?

Creo que durante mucho tiempo se dio una versión sesgada de la guerra, marcada por el bando ganador. Hay una reacción lógica que es una revindicación incondicional de los republicanos. Yo tengo muy claro quiénes eran los buenos. Ahora bien, cuando estudias una guerra aprendes que en un conflicto armado todo el mundo tiene cosas de las que avergonzarse, y yo quería dejarlo claro.

En su novela, el protagonista, Pol Vidal, es viudo, porque su mujer ha muerto en un bombardeo. ¿Cree que en Barcelona está bastante presente el recuerdo de los bombardeos?

Los bombardeos dejaron una marca imborrable para la gente que los vivió. Mi abuela me explicaba las cosas que le habían marcado de la guerra: el miedo a los bombardeos y el hambre. En otras ciudades, como Londres, hay un recuerdo continuo de los bombardeos sufridos. Nosotros sufrimos 40 años de una dictadura que no estaba interesada en recordarlos, y su marca todavía perdura. Estaría bien que tuviéramos más memoria sobre este tema.

La inacción frente a la llegada de los refugiados es perfectamente equiparable a la falta de respuesta ante la tragedia de la guerra civil española

Los protagonistas de su obra reflejan su frustración por la falta de respuesta internacional ante la tragedia de la guerra civil española. ¿Cree que el mundo ha cambiado y ahora sería más solidario?

No estoy nada convencido. Hoy en día la inacción frente a la llegada de los refugiados es perfectamente equiparable. Europa actúa con absoluto cinismo: se vanagloria de cosas que no respeta.

A Operació Judes hay una fuerte preocupación por la vejez, por la debilidad que comporta, por la impotencia que supone... Pero usted todavía es joven...

Ya tengo 50 años, y hay cosas a nivel físico que ya empiezo a notar. Hay aficiones que se me están acabando, por una cuestión meramente física, como el jugar a baloncesto. Me preguntaba cómo me afectaría a mí el paso del tiempo y por eso quería ver a Pol Vidal a los 66 años...

¿Piensa recuperar a Pol Vidal en futuras novelas?

De momento estoy trabajando en un proyecto de literatura juvenil. Y todavía no tengo claro si recuperaré al personaje de Pol Vidal. En cambio, tengo ganas de volver a trabajar con el personaje de Mònica Vidal, la nieta de Pol, que ya era la protagonista de mi novela La nit de Damballah.

¿Y ha pensado en trabajar para el cine?

Yo estaría encantadísimo. Por favor: ¡que vengan y que adapten mis novelas!