Jaume Cabré (Barcelona, 1947) lo ve clarísimo: recibir el premio Trayectoria quiere decir hacerse viejo. Este premio (que otorga la Semana del Libro en Catalán a quien ha trabajado para la divulgación de la cultura catalana) no lo reciben obviamente los autores jóvenes.

Y es que desde que publicó Faules del mal desarel año 1974 que no se ha cansado de escribir. Cada libro — explica en rueda de prensa a La Semana— es un escalón más en experiencia y técnica de escritura. Sin La sombra del eunuco (1996) o Viaje de invierno (2000) no habría podido escribir Las voces del Pamano (2004). O sin Frau Junoy (1984) no habría podido escribir Señoría (1991). Tampoco habría podido escribir Yo confieso (2011) sin todos ellos.

A su último libro, Cuando llega la penumbra (2017), que es una recopilación de relatos, explica lo que no pudo explicar a Yo confieso —donde su personaje principal explora el tema del mal de una forma más ensayista. Aquí recupera la misma temática pero se acerca de forma menos racional, con la mezcla de sentimiento y de intuición que posibilita la narrativa más breve.

Jaume Cabré es el autor en catalán más traducido del momento. Y aunque explica que se siente cansado de los tours literarios, también dice que hablar con los lectores —que tienen la posibilidad de enfrentarse a su texto de forma virgen— lo estimula, porque las lecturas más dispares de sus obras pueden ser verdad. Le preguntamos si geográficamente nota peculiaridades en las lecturas, y nos dice que no, que para él el lector de Cracovia o el de Berlín es igual que el de Llavaneres, que todos se interesan por los mismos temas. "Todos los traductores han hecho muy bien su trabajo. No hay diferencia respecto del lector del texto original. Yendo por el mundo, juegas en casa", nos dice.

Sólo en el sector editorial en castellano ha notado diferencias. En otras épocas en España había reticencias a traducir un autor que escribiera en catalán. "Ahora ya no es, y eso es una conquista", dice. Y explica que después del éxito de Yo confieso en castellano incluso publicaron una nueva traducción de Las voces de Pamano.

"Todos los escritores buscamos la normalidad literaria". Y en este sentido, la feria de Frankfurt del 2007, supuso un giro para los escritores catalanes. "A los alemanes los sorprendió descubrir una realidad y una vitalidad que el estado español escondía". A partir de aquel momento las traducciones de obras en catalán no han parado de aumentar.

Como lo demuestran las veintiuna traducciones que rondan por el mundo del suyo Yo confieso, las dieciséis de Las voces del Pamano, las once de Senyoria o las ocho de La sombra del eunuco. Con estas cifras tampoco es extraño le parezca jugar en casa aterrice donde aterrice con el avión.