Era una de las principales figuras de la selección de atletismo alemana que tenía que participar en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, pero las autoridades nazis quisieron evitar que una atleta judía se coronara ante Hitler.

Cinematográficamente Berlin 36 (2009) no es gran cosa, pero gracias a esta producción dirigida por Lothar Kurzawa y protagonizada por Karoline Herfurth, Sebastian Urzendowsky y Axel Prahl descubrimos la increíble historia de la saltadora de altura Gretel Bergmann.

Nacida el 2 de abril de 1914 en Laupheim, una pequeña ciudad en el sur de Alemania, hija de una familia de comerciantes judíos, Bergmann empezó a practicar el atletismo en 1930, destacando rápidamente en la especialidad de salto de altura. Tanto es así que un año más tarde batió el récord alemán de la modalidad, dejando la marca en 1,51 metros.

Con la llegada del partido Nazi al poder y queriendo evitarle la persecución contra los judíos que ya entonces empezaba a sacudir Alemania, en junio de 1933 sus padres enviaron a Gretel a Inglaterra. Meses más tarde, Bergmann tomó parte de los Campeonatos Británicos de Atletismo, consiguiendo un nuevo récord de Alemania en su disciplina: 1,51 metros.

Alertadas de los progresos de la joven saltadora y a las puertas de acoger las Olimpiadas de 1936, las autoridades alemanas, queriendo dar una imagen de país tolerante donde todos sus ciudadanos podían vivir libremente fuera cual fuera su raza o religión, pidieron a Gretel que volviera a su país. Tras la invitación estaba la amenaza de emprender represalias contra su familia si decidía quedarse en Inglaterra. No sólo regresó, sino que en un campeonato de preparación un mes antes de los Juegos, superó una vez más su marca, situándola ahora en los 1,60 metros.

Temiendo que una deportista judía se coronara con el oro delante de Hitler, dos semanas antes del inicio de las Olimpiadas de Berlín, el Comité Olímpico Alemán la excluyó de su equipo de atletismo. Su plaza fue ocupada por Dora Ratjen, saltadora que dos años más tarde se descubrió, que, en realidad, ¡era un hombre!

Gretel Bergmann emigró a los Estados Unidos donde se coronaría campeona de salto de altura los años 1937 y 38. El estallido de la Segunda Guerra Mundial puso punto final a su trayectoria deportiva. En honor a su persona e intentando restituir todos los méritos que le habían sido negados, en agosto del 2014 una de las principales avenidas de acceso al Estadio Olímpico de Berlín fue renombrada como Gretel-Bergmann-Weg.