El MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) presume de ser, "uno de los museos más progresistas del mundo", como le gusta decir a su director, Ferran Barenblit. Pero con frecuencia su progresismo ha consistido básicamente en exponer el arte más vanguardista. Con Gelatina dura. Historias escamoteadas de los 80, el MACBA entra de golpe en el ámbito de la denuncia política, analizando aquellos aspectos de la realidad de que el relato oficial tiende a esconder. Al fin, la exposición se convierte en una crítica sin paliativos a los viejos discursos sobre la transición y al triunfalismo imperante en aquellos años. La muestra cuenta con 200 obras de 59 artistas, y se ha organizado en buena parte con fondos procedentes de la Colección y del Archivo del MACBA. Ha sido comisariada por Teresa Grandas, y estará abierta al MACBA hasta el 19 de marzo.

Relatos contrastados

La exposición pretende abordar una serie de temas que se consideran "escamoteados" en muchas historias: desde el adicción a las drogas, hasta la gentrificación del centro urbano de la ciudad de Barcelona, pasando por el olvido de las víctimas de la represión franquismo, el aniquilamiento de las luchas obreras, la marginación de ciertos colectivos, como los gitanos, los presos o los homosexuales... Tiene una clara voluntad de cuestionar los discursos hegemónicos desde varias ópticas. Ferran Barenblit lo ha presentado como una "polifonía de voces disidentes", que abarca desde microrrelats hasta grandes interpretaciones de la historia. Teresa Grandas ha planteado esta exposición "como una forma de discusión sobre las formas de entender el país".

Iniciativa internacional

El proyecto de estudiar Los años ochenta a contrapelo, a contracorriente de las tendencias hegemónicas, parte de una iniciativa conjunta de 6 museos europeos, la Moderna galerija (Liubliana, Eslovenia); el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid); el Museum van Hedendaagse Kunst Antwerpen (Amberes, Bélgica); el SALT (Estambul y Ankara); el Van Abbemuseum (Eindhoven, Holanda); y el MACBA. En el caso del MACBA, este museo decidió alargar el marco temporal y prolongar el periodo de estudio de 1977 hasta 1992, porque este año cierra claramente una época, con la celebración de los Juegos Olímpicos y la firma del Tratado de Maastricht. Si la mayoría de los discursos nos hablaban de un periodo marcado por el entusiasmo, las "movidas", el desarrollo de las infraestructuras y las ciudades, y la internacionalización de la industria, el arte y la cultura, esta exposición contrargumenta que todo eso ocultaba "una financiarización acelerada, una desindustrialización al servicio de los dictados de Maastricht y un proceso de desmemoria del que el país todavía es cautivo".

Los tiempos están cambiando

El fotógrafo Manolo Laguillo, uno de los artistas expuestos en la muestra, ha formulado una pregunta clave: "¿porque unas obras creadas en los años ochenta han tardado treinta años en hacerse un lugar en los museos?". Sin duda, que ahora se expongan es una prueba que los tiempos están cambiando. Es obvio que si en los ochentas se arraigó un nuevo sistema político, en estos momentos este sistema está en plena crisis. Las instituciones que nacieron justamente en este proceso de modernización de los ochentas, se desmarcan por completo de los discursos hegemónicos. "Ahora, en el 2016, es más importante que nunca hablar de los ochentas", afirma Grandas, quien apunta que el consenso de esa época se basó "en la desmemoria y en los olvidos" en una "operación de enmascaramiento de algunas problemáticas". Apunta que, a pesar de todo, siempre hubo voces disidentes y afirma que la exposición tiene la vocación de ser un "espacio de confrontación de hipótesis". Pere Portabella, que ha colaborado con la organización de Gelatina dura, ha afirmado que fue en los ochentas, justamente, cuando la política y la cultura quedaron arrinconadas y se pasó todo el poder a la economía financiera; él apunta que "eso hizo mucho daño a la democracia". Pero asegura que en el último año han pasado cosas importantes, sobre todo la ruptura de la estabilidad que ofrecía el bipartidismo. Y asegura que, en estos momentos, "el 1% de los que más tienen están aterrorizados".

Josep Maria Berenguer El Víbora [especial nº 2], 1981. Archivo. Centro de Estudios y Documentación del MACBA.

El underground en la vitrina

La exposición cuenta con obras de grandes nombres de las artes catalanas: desde Francesc Abad hasta la fotógrafa Colita, pasando por el cineasta Joaquim Jordà. Pero las piezas de nombres míticos del mundo del arte se combinan con muestras de la cultura más underground, que raras veces están en contacto con el arte contemporáneo. Las vitrinas están llenas de las revistas que marcaron una época, pero que no suelen llegar a los museos: El Víbora, Butifarra!, Ajoblanco... También aparecen obras de los artistas menos convencionales de la época: Nazario, Ocaña (incluso se incorpora el documental que le dedicó Ventura Pons) ... Hay incluso espacios dedicados al movimiento libertario, o a las ocupaciones de fábricas... Los protagonistas ocultos de los ochentas vuelven a un primer plano, pero en la vitrina de un museo.

Los bellos vencidos

Los jóvenes de ciertos ambientes de una generación cayeron exterminados en los años ochenta por el efecto paralelo de la heroína, el sida y la delincuencia. Pero la droga también fue una opción escogida por muchos intelectuales y artistas, aunque algunos no conseguirían deshacerse de este abrazo mortal. Gelatina dura, en su afán por sacar a la luz realidades ocultadas, tiene un recuerdo para ellos, y para los presos. Y deja constancia de la existencia de una realidad a las antípodas del relato triunfalista que se ha acabado imponiendo sobre la España de los ochentas.

La génesis de la Barcelona olímpica

El MACBA está en medio del Raval. En realidad, se construyó como una herramienta para desactivar el Raval como barrio popular y para gentrificar la zona, abriéndola al turismo. Obviamente, la maniobra fue exitosa: en los años ochenta Barcelona empezó a avanzar, a gran ritmo, por la senda de la especulación inmobiliaria y la priorización del turismo. Un apartado de la exposición "Del urbanismo feroz en la ciudad espectáculo" se dedica, paradójicamente, a denunciar las grandes operaciones urbanísticas que fueron extremadamente agresivas hacia los vecinos y la vida de barrio (incluye desde vídeos de Marcelo Expósito hasta fotografías de Colita o Manolo Laguillo). E incluso incorpora debates sobre el MACBA.

Gelatina dura. Historias escamoteadas de los 80. Vistas de la exposición. Foto: Miquel Coll.

Cuestionamiento del papel del arte

Fue en los años ochenta, justamente, cuando el arte se convirtió en uno de los motores de la modernización del Estado. Teresa Grandas apunta que el papel crítico de la cultura fue desactivado su institucionalización. Por eso, Gelatina dura analiza la banalización de la cultura, y al mismo tiempo las prácticas culturales que, ya en la época, denunciaron este proceso, como las obras de Marcel·lí Antúnez, Manolo Quejido o el mismo Ocaña. 

El arte en el Museo

A la presentación de la exposición, Pere Portabella ha puesto de manifiesto una de las problemáticas básicas de este tipo de muestras, al asegurar que "el arte contemporáneo no puede estar cerrado en un museo. Es un contrasentido". Es sintomático que cuando Teresa Grandas, la comisaria, contactó con los artistas del Taller Llunàtic para que les pasaran algunas piezas suyas para exponer, estos artistas que rechazan cualquier institucionalización "la mandaran a la mierda". En realidad, en su blog, la califican de "funcionaria de policía de arte del MACBA" y de "analfabeta", y han apuntado que "trabaja donde están destinados los minusválidos cerebrales -- el museo--". A algunos de los autores de las obras expuestas en el MACBA probablemente su presencia en este marco, más dedicado a los turistas que a la gente de la calle, les provocará más irritación que ilusión. O, sencillamente, les cogerá un ataque de risa.

Numax presenta, de Joaquim Jordà. 1980. Película de 16 mm transferida a DVD. Color y B/N. Sonido. 54 min.

Una visita recomendable, y obligatoriamente repetible

En esta exposición los vídeos tienen un gran protagonismo. Se inicia con el primer Informe general de Pere Portabella, y se acaba con el segundo. Sin embargo, además, las salas están llenas de televisiones con un puf enfrente que emiten algunos de los documentales más destacados sobre la Catalunya de los años ochenta. Algunos de ellos, como No haber olvidado nada o El Papus. Anatomía de un atentado, tienen en torno a una hora de duración. Ver la exposición sin detenerse a visionar los vídeos constituiría un grave error, aunque las condiciones de visionado no son las idóneas. Pero, obviamente, no es posible ver todos los vídeos en una sola visita. Teresa Grandas aconseja al público que visite Gelatina dura más de una vez, ya que la entrada permite el acceso al Museo durante un mes. En cualquier caso, tal como afirma Teresa Grandas, la visita al MACBA obliga a formular muchas preguntas, aunque dé pocas respuestas. Y obliga, desde el mundo del arte, a repensar una realidad en que con demasiada facilidad se han aceptado los discursos hegemónicos.

 

Foto de portada: Preiswert Arbeitskollegen. Pintada, 1993-1994.