Un estudio científico realizado por un equipo de investigadores del Instituto de Biología Evolutiva (IBE, un centro mixto del CSIC y la Universidad Pompeu Fabra) y el Instituto de Ciencias del Mar (ICM) en seis puntos de la costa europea (entre los cuales Blanes), ha descubierto que en el agua marina se encuentra una gran cantidad de esperma de cnidiarios (medusas) y de ctenóforos, unos animales muy parecidos a las medusas. Así, cada vez que tragamos agua en la playa, estaríamos engullendo grandes cantidades de esperma de estos pequeños organismos. Los resultados de este estudio se han publicado en la revista Scientific Reports.

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Un ctenóforo. Foto: Shane Anderson.

La esperma alimenta

La investigación se enmarca dentro del proyecto europeo BioMarKs, que tiene la finalidad de estudiar la diversidad de los organismos unicelulares eucariotas, es decir, organismos celulares con el núcleo diferenciado. En el marco del proyecto, se han muestreado columnas de agua y sedimentos de ambientes con oxígeno y sin oxígeno, en seis puntos de muestreo repartidos por la costa europea: Oslo (Noruega), Roscoff (Francia), Gijón y Blanes (España), Nápoles (Italia) y Varna (Bulgaria). Las muestras se filtraron con el objetivo de separar los microorganismos en función de su tamaño; a continuación, se les extrajo el material genético, que se secuenció.

Los investigadores observaron un elevado porcentaje de material genético en la fracción filtrada más pequeña. Según los investigadores, teniendo en cuenta que algunos gametos animales son muy pequeños, lo más probable es que el material genético proceda del esperma de algunos metazoos con fecundación externa, sobre todo ctenóforos y cnidiarios. La proporción del material genético del esperma es especialmente abundante (un 33%) en las muestras con ausencia de oxígeno. Vista su abundancia, los científicos apuntan que el esperma podría tener un papel relevante como fuente de alimento para microorganismos y zooplancton, y que, por lo tanto, tendría un impacto notable en las redes tróficas marinas, que hasta hoy había pasado desapercibido. «Los ecólogos tenemos que plantearnos seriamente el papel que juega el esperma como fuente de nutrientes en la red trófica, especialmente en periodos de desove, en los cuales los gametos son liberados en el medio en cantidades ingentes», explica Javier del Campo, investigador del ICM-CSIC.

medusas pixabay

Más diversidad de lo que se esperaba

El hallazgo confirma lo que ya han apuntado muchos estudios: a pesar de haber más de 1,5 millones de especies animales descritas, se calcula que hay como mínimo 8,5 millones más sin identificar. Así pues, se desconoce la mayor parte de la diversidad animal, que, fundamentalmente, sería de animales microscópicos (animales de menos de 2mm3), conocidos con el nombre de micrometazoos. «Los resultados ponen de manifiesto que los biólogos todavía tenemos mucho trabajo que hacer para entender la diversidad animal marina», afirma Iñaki Ruiz-Trillo, profesor de investigación ICREA en el IBE y miembro, también, de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la a Biodiversidad de la Universitat de Barcelona (UB).