Esperanto y 3% en la Rambla

"¿Señora, le interesa la mente?", me pregunta una mujer al final de la Rambla. Digo "mira, depende" y entonces me alarga un libro, el único que vende, un libro que tiene un volcán en la cubierta, y me dice que es un gran éxito. "¿Usted sabe qué son los best-sellers?", insiste, y me explica que este libro lo es, pero que no es auto-ayuda, que es mucho mejor que la auto-ayuda, porque te permite recordar las experiencias vividas en el útero materno.

Sólo me faltaría esto, pienso, y subo un par de paradas más, saltándome libreros de viejo que tienen el Mecanoscrit del segon origen mezclado con Espido Freire y una guía de Coto Matamoros llamada Usted también puede ser famoso. Más arriba me llaman la atención unos clásicos infantiles escritos en una lengua que desconozco. "Aprenda esperanto en cinco minutos", leo al lado de los libros, en un cartel. Me lo tomo seriamente y me siento en la clase exprés que nos hace un profesor húngaro, a mi, a una desconocida que no estaba muy bien de la azotea, y a mi novio, que ríe como un loco y no se lo cree. Cuando nos marchamos cinco minutos después, sabiendo decir en internacional "me Llamo Anna y soy bajita", oigo como los paradistas esperantistas hablan entre ellos en un catalán de primera.

Confío en que todos los locos se hayan concentrado al final de la Rambla y entro en El Ars libris, la feria internacional de libros de arte y diseño del Arts Santa Mònica. Veo a unos compañeros de Herder exponiendo las versiones manga de los clásicos de filosofía —que han editado con una colección que se llama "La otra h(erder)", de la vergüenza que los debe dar. Veo una parada que se llama "Nada por la patria", donde se venden bolsas y camisetas con el logotipo de la antigua Convergència que emula el 3%. Y justo al lado veo la casita de Enciclopèdia Catalana con un señor que asalta a los pasantes preguntándoles si conocen a Miquel Martí Pol. Los explica que Joan-Pere Viladecans ha hecho grabados para ilustrar sus poemas en un libro de Enciclopedia que se vende por 2000 euros y que se llama Salvadme la mirada. ¿"Es que era paralítico y se comunicaba con los ojos, sabes"?, me explica el hombre, seriamente.

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Máquinas para salvar parejas en el Palau Robert

Entrando en el Palau Robert por la calle Rosselló veo a mucha gente concentrada en torno a un estante. No es Pilar Rahola ni Kilian Jornet ni ninguna autoridad recitando La pell de brau. Una chica uniformada me explica que es un aparato patrocinado por Viladrau que calcula cuántos 'Te quieros' te tienes que decir con tu pareja para 'durar tiempo'. Para hacerlo bien científico Viladrau ha contratado los servicios de la Escuela de Neurociencia del Amor, que son expertos y han hecho un test muy experto que encontraríais en la Cuore. Me abro paso entre parejas que quieren testar su amor y veo al Xavi Bundó presentando La vida que aprendo de Carles Capdevila y la Pilarín Bayés y sus sombreros.

Me encuentro otra aglomeración debajo un cartel inmenso de Amazon: 'Demuestra tu amor a la literatura: tatúate en el brazo las frases que subrayas en los libros". Como no hay agujas esterilizadas en ningún sitio pregunto qué pasa y una chica me dice que no hacen tatuajes permanentes, que hacen tatuajes de tinta que duran siete días. Porque amamos la literatura, pero no nos pasamos.

Pido el muestrario de frases para tatuarse, donde se combinan clásicos y modernos. Dudo entre "Caminante no hay camino, se hace camino al andar" y "Te amo como un torbellino, como un león, como una furia irreprimible", de Ken Follet. También veo citas en catalán: "Tot està per fer i tot és possible". Y en catalán de ahora: "Les promeses se les porta (sic) el vent, hem d’evitar que bufi", que habría escrito, no sabemos si bien o mal, Albert Espinosa.

Antes de marcharme el jefe de comunicación de Amazon anuncia la lista de los más vendidos en catalán: Nosaltres dosRosa de cendraLa senyora Stendhal i Un home que cau. Me coge tristeza y ganas de reirme, por la lista enferma, por la loquita del útero (materno), por el poeta paralitico vendido descaradamente. Por aquellos catalanes anunciando en el mundo las virtudes del esperanto mientras los enamorados calculan "Te quieros" y se tatúan promesas que "es" porta el vent.