La editorial Stella Maris ha publicado De Hemingway a Barzini. Corresponsales extranjeros en la guerra civil, del periodista Daniel Arasa (1944). En este libro se analiza el trabajo de los periodistas extranjeros durante la batalla del Ebro, aunque incorpora algunas reflexiones generales sobre el papel de los corresponsales en la guerra civil española, fijándose en personajes tan diferentes como el republicano Ernest Hemingway o el fascista italiano Luigi Barzani.

La guerra más mediática

La guerra civil española fue la guerra más mediática de las que habían sucedido hasta aquel momento. El mundo se volcó en España, donde se libraba un combate ideológico que prefiguraba la Segunda Guerra Mundial. Miles de personas de todo el mundo fueron a combatir a los campos de batalla de España. Muchos más, en todo el mundo, se interesaban por lo que pasaba allí. Y, para cubrir sus peticiones, llegaron a España centenares de corresponsales: desde toda Europa y de muchos países americanos; algunos eran católicos, otros comunistas, algunos fascistas... Casi todos, enseguida, simpatizaron con uno de los dos bandos. Y muy pronto dejaron de hacer buen periodismo y se dedicaron a la propaganda. Algunos se resistieron, como el italiano Indro Montanelli, pero más bien fueron la excepción.

Escritos sin ningún fundamento

Además del problema de las simpatías ideológicas, los corresponsales que describe Daniel Arasa tenían el problema de la falta de información. Dicen que en todas las guerras la primera víctima es la verdad, y la guerra civil española no fue una excepción. La mayoría de los corresponsales dependían de unas pocas fuentes, y éstas estaban muy viciadas, porque se nutrían básicamente de los departamentos de propaganda. Y la censura, a veces, impedía la circulación de información fidedigna. Sin embargo, había un problema adicional: muchos corresponsales informaban desde muy lejos del frente. La batalla del Ebro se cubrió, básicamente, desde el Hotel Majestic, donde los corresponsales que se alojaban vivían una vida bien cómoda, mientras los barceloneses sufrían mil privaciones. En el libro de Arasa se citan muchos resbalones de periodistas muy mal informados: ciudades caídas en manos del enemigo, pero que no se habían perdido; armas eficaces que nunca existieron; pronósticos de eminentes victorias que nunca se cumplieron...

Hemingway i Barzini

Aunque en este amplio libro se estudian muchos corresponsales, en el título se mencionan dos iconos de los dos bandos: Hemingway de los republicanos y Barzini de los rebeldes. Hemingway se acercó a menudo a la zona del Ebro y conocía bien la situación del frente, pero como tantos otros periodistas, sus crónicas estaban marcadas por su simpatía hacia los republicanos. Durante la caída de Cataluña se negaba a reconocer que la República tenía las de perder. Daniel Arasa muestra una cierta admiración por Barzini, ya que considera que es uno de los corresponsales mejor informados. Dice que en algunos casos sus crónicas superaban en calidad a las de los periodistas españoles franquistas. En realidad, además de sus crónicas, escribía notas para su director, quien las comentaba con el mismo Mussolini. No se quedó en España hasta el final de la guerra, porque fue enviado a Libia, a hacer apologías de la colonización italiana.

De periodistas a combatientes

El norteamericano Jim Lardner fue a España como periodista, para hacer de corresponsal de diferentes medios. Llegó a Barcelona en marzo de 1938 y muy pronto se incorporó a las Brigadas Internacionales; alternaba las tareas de soldado y de periodista. Murió en la batalla del Ebro, poco antes de la retirada de las Brigadas Internacionales, fue uno de los últimos brigadistas muertos en combate.

El superespía, en España

Kim Philby, uno de los espías más famosos del siglo XX, también pasó por España como periodista. Cubría la España rebelde y se presentaba como simpatizante de los franquistas. En realidad, en la época ya era un convencido comunista y trabajaba para los servicios secretos soviéticos. Parece ser que desde Moscú le encargaron que recopilara informaciones sobre el Cuartel General de Franco, con la intención de preparar un atentado contra el dictador. En realidad, parece ser que Philby no llegó a informar sobre estos aspectos, aunque estuvo bien cerca de Franco, ya que éste lo condecoró. Las crónicas desde España fueron básicas para el futuro de Philby: le sirvieron para introducirse posteriormente en los servicios secretos británicos.

Demasiado concreto, demasiado ligero

Para escribir De Hemingway a Barzini, Daniel Arasa ha recurrido a un vaciado de prensa en profundidad y sistemático sobre el periodo por él escogido. Ha leído muchos artículos, básicamente de diarios en francés, inglés, italiano y portugués. Y ha recurrido a una amplia bibliografía referente a la guerra civil y a la vida de los diferentes periodistas descritos. Pero el lector que escoja el libro por su título probablemente no podrá dejar de tener una cierta decepción, porque no responderá a sus expectativas. Básicamente, porque el grueso del libro se centra en un episodio determinado de la guerra: la batalla del Ebro. Y, por eso, no hablará de algunos corresponsales emblemáticos que informaron sobre la guerra civil española, como el afroamericano Langston Hughes, o el escritor Antoine de Saint-Exúpery. Si bien algunos personajes están seguidos exhaustivamente, el lector puede echar de menos una visión más amplia de conjunto. Aunque el libro tiene más de 400 páginas, deja una cierta sensación de obra incompleta.