Catalunya en negre. 150 anys de crims i criminals, de Mercè Baladà (Albertí Editors), nos sumerge en la crónica negra de Catalunya. Porque la Catalunya negra existe, no sólo en los pequeños pueblecitos del Empordà o de la Ribera d'Ebre, sino también en Barcelona y sus aledaños. Asesinos de niños, criminales pasionales, hombres que sembraron el dolor sin ningún escrúpulo... Son personajes que marcaron el imaginario popular durante décadas. Antes de que hubiera televisión, los crímenes más sangrantes daban lugar a romances, aleluyas, leyendas urbanas, canciones y rumores sin fin... El juicio y las ejecuciones de los responsables de estos crímenes despertaban gran expectación, y había una oleadas de indignación popular si los criminales no eran condenados a muerte y "sólo" eran sentenciados a cadena perpetua. En Terrassa, en 1932, incluso hubo un intento de linchamiento de un presunto asesino cuando era conducido al juzgado.

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Los asesinos de cinco personas en la Ribera d'Ebre, en 1880. La Campana de Gracia, 12 de febrero de 1882.

A años luz del CSI

Alguno de los casos analizados por Mercè Balada no fueron resueltos nunca. En algunos casos, circularon rumores fantasiosos sobre el supuesto autor de los crímenes, con visos de leyenda urbana (como el rumor que apuntaba que el asesinato de un niño en Capellades había sido encargado por un tísico rico que quería su sangre para recuperarse). Otros asesinatos acabaron en condenas para los criminales gracias a la torpeza de estos; algunos eran auténticos chapuceros, que se dejaron ver por los vecinos o que dejaron las ropas manchadas de sangre a la vista. Benjamín Balsano trasladó el cadáver de su amante, a la que había matado porque no se dejaba estafar, en una cajita de una casa de mudanzas; los operarios sospecharon porque el voluminoso paquete apestaba mucho. La policía tampoco actuaba con métodos muy sofisticados: a Joan Galceran, autor de un triple homicidio, confesó después de que le hicieran engullir grandes cantidades de vino. Otros eran torturados sistemáticamente. Muchos acabarían en el garrote vil a causa de las confesiones realizadas bajo tortura.

Traslado a la Audiencia de Joan Rull y su banda|lado. La esquila de la Torratxa, 8 de enero de 1909. Foto: Frederic Ballell.

Traslado a la Audiencia de Joan Rull y su banda, colaboradores de la policía. L'Esquella de la Torratxa, 8 de enero de 1909. Foto: Frederic Ballell.

De la élite a la pobreza

Los perfiles de los criminales analizados son muy diversos, pero hay mayoría de pobres. Braceros miserables que intentaban robar a los ricos propietarios de los caseríos, como Gandumba, un hombre cargado de deudas que en 1914 se introdujo en una masía en que había trabajado y pidió un sitio para pasar la noche. Aprovechando que dormían, intentó asesinar con un martillo a todos los habitantes de la casa para robarlos, aunque sólo consiguió matar a uno, el mozo. Como todo el mundo lo había visto el juicio fue muy rápido: fue condenado a muerte a garrote vil, pero dos años más tarde la pena le sería conmutada por la cadena perpetua: moriría en la prisión. Y no falta ni siquiera la historia de una mujer maltratada, la Xatona, retardada mental, que en Lleida envenenó a varios parientes; parece ser que su marido era tan brutal con ella que se sentía mejor en la prisión que en casa.

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Imagen de Dolores Coit, la Xatona. Crónica, 19 de mayo de 1935.

Violencia política

Mercè Balada también expone casos vinculados con la violencia política, como el del conde de España o el de Joan Rull. El conde de España fue capitán general de Catalunya, nombrado por Fernando VII, en los años 1830. Fue un gran represor: organizaba ejecuciones en masa; dicen que él mismo estiraba las piernas de los ahorcados para acelerar su muerte. Cuando fue depuesto se juntó a las partidas carlistas, y cometió un gran número de crímenes con estas. Pero ni los carlistas confiaban en él, y 1839, sospechando que era un espía, las jefes carlistas decidieron ejecutarlo. Lo lanzaron atado a una piedra al río Segre, en el que después sería denominado puente del Espía, cerca de Organyà. En "La Salvatjada" de Sant Feliu de Llobregat de 1911, lerrouxistas y carlistas se enfrentaron a tiros. Se dispararon más de 600. Las dos fuerzas políticas habían convocado sendos actos paralelos, y las provocaciones continuas acabaron con cinco muertos: tres radicales, un carlista y un guardia municipal.

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Fotografía de los cadáveres de Sant Feliu de Llobregat, aparecida en 'La Semana Ilustrada'.

Asesinos en massa

En la Pobla de Ferran, en la Conca de Barberà, un pequeño pueblo con ocho casas y 38 habitantes, en 1928 un hombre celoso porque una mujer lo había rechazado mató a todos los niños del pueblo: nueve. Además mató a una mujer e hirió a dos personas más. A la mayoría de los niños los mató a hachazos: los invitó a jugar con él y los llevó a una pajar donde los mató. No fue el único infanticida, también Salvador Cazorla, el Torero, mató en Terrassa a un niño de tres meses. No acabaría en la prisión porque se lo consideraría loco.

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El Torero después de ser capturado. Mundo Gráfico, 6 de mayo de 1932.

¿Un pueblo pacífico?

Catalunya en negre. 150 anys de crims i criminals es un libro que nos transporta a la normalidad. Catalunya, obviamente, ha tenido criminales, como ha tenido inventores, héroes y cobardes. Y la crónica negra de Catalunya es una parte importante importante de la historia popular de este país. La historia de los crímenes catalanes es, también, una historia social del país, de sus injusticias, de sus desigualdades, de los odios populares... Y, incluso, de las impunidades: destaca la historia de un asesino confeso absuelto por sus conexiones con el régimen franquista. Aunque la elección podría haber sido más amplia, Catalunya en negre es un libro que se lee magníficamente y que nos transporta a los aspectos más turbios de la historia del país. Un viaje a la Catalunya más truculenta.

 

Imagen de portada: Ejecución en garrote vil, en un grabado publicado en 1893 en Le Progrés Illustré.