Bernat Dedéu (Barcelona, 1979) es "filósofo y músico en construcción", según dice él mismo. Escribe en El Nacional y en La Torre de les Hores, su blog; da clases de Relaciones Internacionales en la Facultad de Comunicación Blanquerna; redacta su tesis doctoral. También quiere ser presidente del Ateneu Barcelonès, aka "la casa", que celebrará elecciones el 16 de marzo del 2017. Dedéu es un líder improbable que ha reunido a un grupo de su generación en una candidatura con aire de noucentisme laportista –metafóricamente hablando y usted perdone– donde el papel de los "chicos del powerpoint" lo juegan unos/as jóvenes tigres/sas de buen expediente académico y acreditadas condiciones intelectuales para pensar, crear, provocar, pinchar. Él sigue de cerca la máxima de uno de sus referentes, Salvador Sostres: (escribir es meterse en problemas"), aunque alguna vez parece que lo vive a la inversa y, si no tiene problemas, le parece que no ha escrito. En su grupo hay personas más creativas que ejecutivas, más de peña y editorial que de departamento de universidad y máster. Si ganan, sin embargo, les tocará gestionar y aplicar un programa muy comprometido. El suyo.

¿Su candidatura tiene nombre?
"Ordre i Aventura", como la canción de Mishima. "Ordre" significa poner orden y "aventura" volver al pensamiento de principios del siglo XX, al país libre, a la tradición, a la contemporaneidad.

¿Cuál es su referente?
Somos deudores de Prat de la Riba, de dar pocos discursos y mucho trabajo. El orden es la Mancomunitat, las bibliotecas, la proporción, la buena financiación, el arreglo. La aventura es el Glossari de Xènius, el periodismo arriesgado, la libertad, la impertinencia...

El Ateneu tiene 4.015 socios. En 2015, sumadas las altas y restadas las bajas, se inscribieron 37. Tres al mes. ¿Una entidad con 150 años de antigüedad no debería parecerse a La Vanguardia, por ejemplo, que tiene unos 40.000 suscriptores?
Es que nos hemos desconectado del presente y no tenemos nada que ofrecer. La mayoría de barceloneses considera que la actividad del Ateneu no es lo bastante interesante como para hacerse socio. El papel del Ateneu debería ser, desde la tradición de la casa, favorecer un espacio de creación contemporánea que marque la agenda cultural de Barcelona los próximos 25 años.

¿No le viene grande este objetivo? ¿Podrá el Ateneu hacerse un lugar principal entre tantas entidades e instituciones culturales como tiene Barcelona? ¿Cuál es su plan?
El plan somos nosotros.

Explíquese.
El plan es volver a captar talento. Los creadores actuales en cualquiera de las siete artes y la cultura digital deben tener esta casa como refugio y centro neurálgico. Las líneas maestras de la creación barcelonesa tienen que hacerse en el Ateneu, como pasaba a principios del siglo XX.

¿Qué pasaba a principios del siglo XX?
Josep Maria de Sagarra traducía las grandes obras de la cultura europea en este palacio, Eugeni d'Ors escribía sus gacetillas en la biblioteca... Toda una serie de creadores confluían en un punto de encuentro que era el Ateneu y sus tertulias. Eso es lo que hemos perdido. Somos una entidad que recibe mucho conocimiento externo pero no lo genera internamente.

Sagarra y D'Ors ya no están. ¿Ustedes qué quieren hacer en concreto?
Queremos revertir la programación cultural. Pasar de actos presenciales y conferencias magistrales a la creación y al coworking que desde el Ateneu viajen al mundo. Por ejemplo, queremos acoger a los wikipedistas catalanes, que son línea principal de difusión de la cultura catalana por todo el mundo. Queremos que cualquier pensador europeo importante que visite Barcelona pase por esta casa. También nos gustaría que todos aquellos que escriben periodismo de calidad en Catalunya lo hagan desde aquí. Queremos crear una editorial, Edicions de l'Ateneu, que continúe la tarea patrimonial en literatura, pensamiento y periodismo catalán hecha por Quaderns Crema. Porque si no hay un sentido del patrimonio, del pasado, no puede haber contemporaneidad. Queremos hacer resurgir ese pasado y crear una nueva contemporaneidad.

¿Y el resto de artes?
Las actividades que el socio tiene en mayor consideración son el cine y la música. En cine está surgiendo mucho talento. Pueden hacerse actividades de formación en guión vinculadas al mundo audiovisual que es donde la escritura tiene salidas más contemporáneas. El mundo de las series, por ejemplo, donde se hace la mejor narrativa del mundo, al menos en Estados Unidos, no existe en el Ateneu. En música también aparece mucho talento, sobre todo entre la nueva hornada de jóvenes músicos de la Esmuc, que no tienen posibilidad de estar presentes con regularidad en los auditorios catalanes. El arte y la creación literaria, artística y audiovisual digitales también necesitan espacios de trabajo, de tranquilidad y de comunicación entre sus creadores. Queremos que esta generación, que es la mejor formada de la historia, tenga en el Ateneu un lugar donde interpretar su arte.

¿Está seguro de que los creadores digitales acudirán al Ateneu?
Tenemos que ir a buscar este talento y ofrecerles nuestro espacio, nuestro personal, nuestra promoción... que es lo que no han hecho esta junta ni las anteriores.

¿Es decir, repetir en otros ámbitos el éxito de la Escola d'Escriptura?
Exacto. La del Ateneu es la escuela de escritura con más actividad del mundo después de la de Nueva York. Pero la actividad de los socios que allí se forman [quienes se matriculan en la escuela pasan a ser, automáticamente, socios del Ateneu] no revierte después en la casa, porque cuando terminan esos cursos deciden que su etapa ateneística ya ha acabado y no renuevan. Es un gran descuido de la junta actual. No se han buscado estímulos para que estas personas, más jóvenes que la media, se queden. No puede ser que te vayas cuando ya has aprendido a escribir. Tienes que desear quedarte porque tendrás por compañía a los mejores escritores del país.

¿Con todos estos planes, no se arriesgan a pisar el territorio de otros y armar un alboroto?
La competencia siempre es buena. La modorra, no.

Un proyecto como el que describe ¿buscará el encaje con lo que ya hacen otras entidades e instituciones o acabará transformando el Ateneu en otra capillita, quizás mejor, pero capillita?
Más que las capillitas, el problema de muchos creadores es que no tienen un punto de encuentro donde intercambiar su talento. Nosotros buscamos dar red al conocimiento entre personas de diferentes intereses. Un guionista que busca a un realizador, periodistas que buscan lecturas para mejorar su prosa... Esas herramientas culturales tienen que estar vivas y disponibles a través del Ateneu. No es tanto cuestión de capillitas como de encontrar un entorno donde la creación individual tenga un sentido colectivo, donde el talento encuentre calor y pueda exportarse.

¿Y eso no se hace ya?
El actual Ateneu tiene una programación cultural de los años setenta, basada en lecciones magistrales, con un impacto muy escaso en la sociedad. Hay que rejuvenecer la casa, que tiene un 73% de socios mayores de 50 años. Queremos savia nueva y potenciaremos el ingreso de socios más jóvenes: conseguiremos 500 nuevas altas en cinco años.

¿En qué tipo de nuevos socios piensa?
Albert Serra [el director de cine] es un personaje prototípico. Tendría que ser socio del Ateneu y no lo es. David Carabén [líder y cantante de Mishima] también.

¿Por qué no lo son?
Porque la casa sólo les ofrece pasado y nostalgia. No les otorga ningún sentido de exclusividad ni les da contactos interesantes.

¿Y todo eso quién lo pagará?
El socio con su cuota. Es la gran fortaleza del Ateneu, que podría sobrevivir sin otras ayudas.

Me refería a los planes de su candidatura.
Gastando menos. Disminuiremos el número de actos para que nuestro personal no vaya tan estresado. A menudo hacemos 40 o 50 actos al mes. Tenemos que ser más selectivos, hacer menos actos, más fáciles de comunicar y de mayor impacto. También podemos aprovechar mejor los recursos de la casa: el alquiler de aulas y espacios, la concesión del bar y del restaurante, digitalizar los envíos de los programas, ser más eficientes con los recursos energéticos...

¿Los socios del Ateneu mandan?
Los socios son el patrimonio de la casa. Vienen aquí porque es un espacio de cultura libre, despolitizado, aunque últimamente se haya politizado, craso error. Desgraciadamente, este espacio va a menos. Un 40% de los socios no asiste nunca a las actividades. Eso quiere decir que es necesario actualizar la programación y preguntarles qué quieren. Mantendremos abiertos los actos a los no socios, pero el Ateneu tiene vocación privada y tenemos que desarrollar un sentido de exclusividad de manera que la gente tenga ganas de hacerse socio.

¿Por qué dice que el Ateneu se ha politizado?
Esta junta ha convertido el Ateneu en una sectorial de la ANC o de Òmnium. Es un gravísimo error. También acogió un acto de Barcelona en Comú. Si somos escogidos ¿se hablará en el Ateneu de la política cultural de los partidos? Evidentemente. ¿Vendrán personalidades políticas? Claro. Pero ningún partido celebrará actos en el Ateneu.

¿El próximo conseller de Cultura tiene que surgir del Ateneu?
El Ateneu es para nosotros un fin en sí mismo. No pensamos en el después ni en actuar como lobby. Pensamos destinar la mejor parte de nuestras vidas en favor de una casa que amamos. No tenemos otra pretensión. Queremos que el Ateneu sea el punto neurálgico de un nuevo renacimiento cultural. Si eso genera influencia, maravilloso. Pero queremos centrarnos en el buen funcionamiento de la casa y en sus socios. Nosotros no hablaremos de hacer: nosotros haremos. No hablaremos de una institución cada vez más diferenciada del poder público: será así.

¿Quién más está en su candidatura?
La filósofa Anna Punsoda, el economista Lluís Mosella, la bibliotecaria y gestora cultural Maria de Ballivana, el experto en geopolítica y estudios de guerra Eduard Peris, el escritor y periodista Joan Safont, la crítica literaria Marina Porras, el divulgador musical Pere Andreu Jariod y el historiador y periodista Xavier Carmaniu; un chaval de 18 años, Alexander Golovín, el escritor Enric Vila... Representamos lo que muchos denominan las generaciones mejor formadas de nuestra historia. Gente que se ha dedicado toda la vida a ganarse el pan urdiendo proyectos culturales y empresariales.

Diría que muchos de estos nombres son de tirada liberal.
No somos una candidatura liberal, ni de izquierdas ni de derechas. Somos ciudadanos libres que ejercen sus profesiones con la máxima libertad y que se interesan por todo lo que sea cultura y talento. Somos liberales porque creemos que la libertad —y la libertad de elección—, es fundamental. La idea de fondo es que haremos una gestión cultural a la altura de la capital del estado de un país libre.

Algunos de ustedes se conocieron en la Fundació Catalunya Oberta, otros en Avui o El Matí; otros pertenecen al Col·lectiu de Catalans Lliures o han aparecido en actos de Demòcrates.
La mayoría nos conocemos a través de leer nuestros artículos y coincidir en saraos culturales y periodísticos de la ciudad, como ocurre con Safont o con Vila. A Eduard Peris, lo conocí durante mis años en Nueva York, cuando él estudiaba en Columbia. En otros casos nos hemos conocido en la misma Biblioteca de la casa. He podido formar un grupo con gente que conozco personal e intensamente desde hace muchos años. Cualquiera de ellos podría presidir el Ateneu.

Usted es un columnista polémico. En la campaña electoral lo acusarán de recurrir al insulto a menudo.
No he insultado nunca a nadie en mis artículos. He descrito las situaciones que se presentan ante mis ojos con las palabras que considero oportunas. Ante situaciones duras he utilizado palabras duras y las seguiré utilizando. Soy un hombre vehemente con las cosas que me importan y que amo. Si no, no sería yo y traicionaría a la gente.