Rocío Flores lo tiene claro: quiere un millón de euros. Y está dispuesta a luchar por él en los tribunales. La hija de Antonio David Flores ha demandado a La Fábrica de la Tele, la productora responsable del documental Rocío, contar la verdad para seguir viva. El motivo: haber hecho pública una sentencia judicial que la involucraba cuando aún era menor de edad.
Según sus abogados, esa publicación vulneró su derecho a la intimidad. Y por eso exige una indemnización millonaria. Pero hay un problema. Un gran obstáculo en su camino: su propia madre, Rocío Carrasco.

Encuentro tenso entre madre e hija después de 13 años sin coincidir
El pasado 23 de junio, madre e hija se vieron las caras en un juzgado de Madrid, después de 13 años sin contacto. El reencuentro fue frío, distante, casi helado. Ninguna se dirigió la palabra. Solo intercambiaron miradas breves. Todo ocurrió en la Audiencia Provincial de Madrid, donde se celebraba el juicio por la mencionada demanda.
Rocío Carrasco no acudía como demandante, sino como testigo a favor de la productora. Y fue ahí donde dejó clara su postura, aportando argumentos de su participación en el documental que tenían más que ver con su bienestar emocional que con beneficios económicos por. Afirmó que ella autorizó el uso de esos documentos porque habían sido publicados previamente por otros medios, como Vanitatis. Incluso recordó que Rocío Flores también demandó a ese digital, pero el juez archivó la causa, intentando desmontar las acusaciones de su hija. Y es que este precedente podría ser determinante.

Rocío Flores quiere sacar 1 millón de euros, pero su madre intenta evitarlo
La madre explicó que el documental fue una especie de “terapia”. Una forma de sacar fuera todo el dolor acumulado durante más de 20 años. “No se trataba solo de mi hija”, dijo. “Era mi vida. Mi historia. Mi sufrimiento”. Su testimonio fue firme, sereno, convincente. Así lo describió el periodista José Luis Galiacho en su pódcast El hilo de la cometa.
Mientras tanto, la declaración de Rocío Flores no convenció tanto. Según Galiacho, la joven no estuvo a la altura. Titubeante, algo nerviosa, sin el peso emocional ni legal que su madre supo transmitir. Una actuación judicial que podría pesarle en la sentencia.
La tensión entre ambas fue evidente. Aunque compartieron pasillo y sala, ni un gesto de acercamiento. Ni una palabra. Treinta minutos de hielo absoluto. Dos mujeres enfrentadas no solo por el pasado, sino ahora también por el dinero.
Desde el entorno de Rocío Flores insisten en que el daño que sufrió con la publicación de esa sentencia fue irreparable. Que esa etapa de su vida debía quedar en el ámbito privado. Pero del otro lado, Carrasco defiende que todo lo contado era parte de una realidad más amplia, la suya.