España está en guerra contra Catalunya y su derecho a decidir. Su maquinaria bélica utiliza todas las armas que tiene a su alcance: las legítimas, pero sobre todo las ilegales e inmorales. Su ejército tiene batallones diversos: el político, el policial, el judicial, el de espionaje, el mediático y el propagandístico. Todos ellos dispuestos a pisar cabezas, vulnerar derechos y pasárselo todo por el arco de triunfo. Es la historia interminable. Como lo es también el infame currículum de derrotas judiciales que acumulan durante su cruzada. Bofetones que, evidentemente, no se dictan en ningún tribunal de Madrid, sino bien lejos de España: en Estrasburgo, por ejemplo. Allí está el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que acaba de condenar a España por la publicación en el diario La Razón de la fotografía del DNI de 33 jueces catalanes que se habían pronunciado a favor del derecho a decidir. Una violación flagrante de la intimidad de los afectados, sin duda.

Una cuestión que analiza Pilar Rahola en un nuevo vídeo del canal 'Paraula de Rahola', y que la escritora califica como una muestra más de la ignominia imperante en el Estado español, obsesionado en la degradación y estigmatización de aquellos que considera enemigos. En este caso, una treintena de magistrados que consideraban "que desde la perspectiva legal tenía cabida una consulta por el derecho a decidir". No piensen que esta maniobra periodística y propia de las cloacas más hondas y oscuras es inofensiva, ni mucho menos. "La señalización de estos jueces tuvo obviamente implicaciones sociales, políticas y probablemente profesionales. Porque cuando un diario decide poner en portada la foto de un juez en pleno conflicto territorial, lo que está haciendo es poner una letra escarlata. Lo está marcando a fuego, lo está señalando, está haciendo una delación".

tribunal europeo derechos humanos tedh - acn
Tribunal Europeo de Derechos Humanos / Foto: ACN

La guerra viene de lejos: en 2014 Catalunya y el movimiento independentista empezaban un viaje hacia una posible resolución de un conflicto histórico y territorial, dando respuesta al mandato de la ciudadanía en las urnas. A España le tembló todo, y su respuesta posterior todos la conocemos. En aquella primera etapa entró en juego el diario La Razón, publicación de la derecha más cavernaria dirigida por un catalán antiindependentista 5 estrellas como Francisco Marhuenda. Uno de los que Rahola nombra como "las personas que ayudaron de las peores maneras posibles a señalar y marcar a aquella gente que podía tener una actitud democrática a favor del reto que se estaba planteando en Catalunya". Sobre el personaje dice: "Cuando son catalanes se les llama botiflers. Muchos de estos que son catalanes y sin embargo no sienten Catalunya como un país propio obviamente no pueden traicionar a una patria en la que no creen... No sé si son colaboracionistas. Lo que sí que son es lacayos. Y el diario La Razón está dirigido por un catalán, un lacayo que no tuvo problema en hacer de delator. Lo que estaba haciendo no era sólo ayudar a preparar todo el proceso represivo, sino también a sacar de la sociedad a aquellos que tienen una posición ideológica o incluso jurídica, pero que sin embargo tienen todo el derecho a tenerla y a vivir en el anonimato".

Paco Marhuenda La Sexta
Paco Marhuenda / Foto: La Sexta

El TEDH considera en la sentencia que España vulneró derechos fundamentales. Sí, España, y no sólo el mencionado diario. También los mismos jueces, compañeros de los señalados, que tienen "culpa reiterada porque después no quisieron admitir las querellas". No es el único estamento involucrado en esta lamentable actuación. Es una causa coral: "La complicidad de la delación tuvo varios estamentos. Un primer activo que fue el periodista del diario que publicó las fotografías sabiendo perfectamente el daño que hacía, sabiendo perfectamente que estaban señalando con el dedo, que estaban estigmatizando y segregando a un colectivo de profesionales por sus ideas.
Después los estamentos políticos, los partidos que se lo tragaron, que lo aceptaron, que callaron, e incluso aquel que gobernaba que era el PP. Seguramente en la Operación Catalunya lo utilizaron. Fernández Díaz debió ponerse la foto en el despacho, clavada en la pared. Y obviamente hubo la complicidad del estamento judicial, que permitió que quedara en la impunidad la vergüenza de que compañeros suyos, colegas suyos, hubieran sido marcados a fuego por sus ideas
".

En resumen: "Periodistas lacayos. Partidos políticos impunes. Y estamentos judiciales vergonzosamente cómplices de lo que sin ningún tipo de dudas era una vulneración de derechos fundamentales. Así se ha perpetrado la represión en Catalunya desde 2014, desde que levantamos la cabeza diciendo "queremos decidir", hasta ahora mismo. Vergüenza, vergüenza, vergüenza de delatores"