El enésimo ejemplo de cómo una vida de fama, repercusión, contratos y lujos deriva en una espiral de malas decisiones, problemas económicos, visita a los infiernos y trágica muerte lo hemos visto estos días con la defunción de Max Wright. El mítico protagonista de la serie Alf, el mejor amigo de aquel extraterrestre del planeta Melmac que comía gatos, ha muerto a los 75 años víctima de un cáncer. Su personaje de Willie Tanner, un trabajador social que adopta al peludo visitante, le dio durante la década de los 80 un status que años después cambió de la noche a la mañana.

Después de Alf, la carrera profesional de Wright sufrió un descenso y nunca más repitió los éxitos de aquella sitcom de finales de los 80. Papeles esporádicos en otras series o películas de serie B no ayudaron a que el actor abandonara la dependencia que tenía del alcohol, y que lo llevaron a ser detenido a menudo por conducir bajo sus efectos. 

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Los escándalos, sin embargo, fueron a más, hasta llegar al momento crítico. Año 2012. National Enquirer publica un reportaje fotográfico donde se veía al actor muy demacrado, consumiendo crack y de quien aseguraban que practicaba sexo con indigentes.

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Según parece, accedió a participar en un vídeo erótico con dos vagabundos homosexuales que estaban pidiendo en las calles. Desde aquel momento, su carrera, en declive desde hacía muchos años, acabó de tocar fondo. Y su entorno se abonó. Como un supuesto amante del actor que aseguró que a Wright tanto le daba poder contraer enfermedades: "Su vida estaba tan fuera de control que no le daba miedo coger el sida. Practicaba sexo con vagabundos y se drogaba con ellos". Hay quien relaciona este descenso a los infiernos con el momento en que su mujer le echó de casa. Pero sea como sea, nunca más se recuperó. Posteriormente, un cáncer contra el que luchaba los últimos años ha acabado por llevárselo.