Día triste (uno más) para los culés. Los aficionados azulgranas no salimos de una que caemos en otra. Parece que nos hayan hechado un mal de ojos. O eso o las últimas derrotas en Europa pesan demasiado como para recuperarnos así como así. Pero empieza a ser dramático ser seguidor azulgrana en estos tiempos. No sólo por ver cómo nuestro máximo rival va ganando Champions, sino porque nosotros no pasamos de la fase de grupos por segunda temporada consecutiva. Sea con Koeman sea con Xavi, se apliquen palancas millonarias o no, juguemos con Luuk de Jong o con Robert Lewandowski, el Barça no levanta cabeza.

"Vamos", decían minutos antes de la derrota contra el Bayern en el Instagram del Barça... El único lugar, sin embargo, donde iremos, es a jugar la chapuza de la Europa League. Un año más, adiós muy buenas a las primeras de cambio, eliminados de la Champions. Una travesía por el desierto que se está haciendo larguísima. No hay manera de despertar de esta pesadilla. Claro está que para pesadilla, la que ha vivido un ex jugador del Barça. Un futbolista que formó parte del equipo azulgrana cuando sí que ganábamos Champions, concretamente, la inolvidable del 2006 en París, contra el Arsenal por 2 a 1, con aquel gol mítico de Belletti bajo la lluvia. Un equipo entrenado por Frank Rijkaard donde jugaba precisamente un compatriota del entrenador holandés, Mark Van Bommel.


Después de su paso fugaz por el Barça, sólo una temporada, se marchó precisamente al rival de ayer, el Bayern de Munich, antes de pasar al Milan y volver al PSV Eindhoven, de donde fichó por el Barça. Después de su faceta como jugador, dio el salto a los banquillos, siendo entrenador del PSV, el Wolfsburgo alemán y ahora en el Royal Antwerp de Amberes, en Bélgica. Allí lleva una vida tranquila, donde los resultados lo acompañan, segundo en la liga belga. Hasta que ha sufrido un incidente que le hizo temer por su vida.



Van Bommel aparcó su carísimo Porsche de 115.000 euros en el garaje que tiene en casa al llegar de trabajar. Cuando, de repente, apareció un hombre que le apuntó con una pistola en la cara mientras le exigía que saliera del vehículo, tal como explicó él mismo horas después a la policía y que recoge el diario The Sun. Al holandés, aterrado y presa del pánico, no se le ocurrió otra cosa que tratar de salir del garaje y apretó el acelerador y la marcha atrás, chocando a mucha velocidad con un Mercedes que había aparcado justo detrás, activando las alarmas de los dos coches. Eso, sin embargo, fue primordial para que el agresor huyera por patas, alertado por el ruido.

De momento, la policía de Amberes ha decidido confiscar el Porsche Panamera para comprobar si el delincuente habría podido poner un dispositivo de rastreo en el propio vehículo, aunque todavía no tienen ninguna novedad sobre el ladrón, al que todavía no han localizado: "Nuestros equipos buscaron por la zona, pero no han podido encontrar a ningún sospechoso". Con respecto a Van Bommel, más tranquilo después del susto, ha asegurado que "fue todo un shock, eso seguro".