Mar Flores es una de las caras más reconocibles de determinado mundo de los famosos: madrileño, de altas esferas, de títulos nobiliarios, de maridos multimillonarios y mujeres espectaculares, fotogénicas, maravillosas y no siempre auténticas. Son las famosas de Antena 3 y no de Telecinco, las de clases social alta: la Preysler, Paloma Cuevas, Esther Doña... No aparecen en realities, no dan entrevistas, no tienen otro oficio que mantenerse esbeltas, fotogénicas y sonrientes. Famosas quizás por la condición de "mocatriz" (modelo, cantante y actriz) que van a las zonas VIP y acostumbran a enamorarse de hombres mayores y más ricos. Algunas vuelven a la TV. Es el caso de Mar Flores que fichó como colaboradora fugaz del magazine Y ahora Sonsoles. Ya no sigue. Con telegenia no basta para hacer tele.

Con Sonsoles Ónega, Mar Flores en su esplendor: bien iluminada, bien maquillada, bien peinada y nunca demasiado de cerca. Es una de las señoras más elegantes de España, Instagramer de 54 años, inusual y muy necesaria. Su cuenta la siguen 260 mil personas, no parecen muchas pero tiene mérito: son personas adultas. Instagram es un fenómeno juvenil, como demuestran los 27 millones que siguen a Ester Expósito. Mar Flores tiene un Instagram maravilloso y tramposo. Su última publicación con un traje rojo espectacular en el Festival de San Sebastián. Las fotos son difusas, con un photoshop excesivo, para salir favorecida:
EN Blau ha tenido acceso a las fotos originales del mismo acto, y no tienen nada que ver. Mar Flores fue al Festival con la cara inchadísima, sin arrugas, desfigurada, pareciendo otra persona, con aquella mirada de gato característica habitual de las inyecciones de ácido hialurónico y bótox. Todavía no le había bajado la inflamación y son fotos donde no parece ella. Mar Flores retocada por la cirugía es como todas las personas mal operadas, hombres o mujeres: un gran error.



Instagram y la realidad, nada que ver. Es incomprensible como alguien de una belleza excepcional no se fía del paso del tiempo. No tendría que haberse tocado la cara y los morros. La modelo y empresaria es consciente de ello y a la hora de colgar las imágenes en su Instagram las falsifica. Sucede que hay usuarios de la red que se dan cuenta de ello como EN Blau y cuelgan en Instagram las dos fotos juntas, la real y la de Instagram, falsa del mismo día. Y dejan en evidencia que la red de las vanidades es un pozo de mentiras:
De todos los comentarios en "Belleza falsa" uno la clava: "La conclusión es que el tiempo es inexorable y que no hay que confiar en lo que se ven en las revistas ni en las redes sociales. Está estupenda en la versión más natural pero aparenta los años que tiene. En la que tiene filtros no, y eso hace que las mujeres menos seguras de sí mismas anden mortificadas por unos estándares inexistentes: eso es lo insano". No se puede añadir ni una coma.