Polònia no pierde una. La misma semana que Josep Borrell escupe los indios americanos, el programa satírico estrella de TV3 le saca los colores. El ministro de exteriores español se rio el lunes de las matanzas de indios americanos en los EE.UU. El martes pidió disculpas... a su manera.

Borrell se limitó a explicar, en tres tuits, que no había por lo tanto. Que sólo se había referido "de manera excesivamente coloquial a la casi aniquilación de nativos americanos". "Y a otra cosa, mariposa". Una disculpa que la Asociación de Indios Americanos no aceptó. Qué gran diplomático, el ministro que lleva las relaciones exteriores de España.

Desde el Gran Cañón del Colorado, un Queco Novell-Borrell ataviado con un penacho indio en la cabeza, saluda a los nativos americanos que están mirando Polonia: “Mi nombre ser Ministro Sentado. Yo pedir disculpas por decir que EEUU matar solo cuatro indios. Por eso, yo bailar a continuación tradicional danza de disculpas”.

Enseguida entra en escena Pep Plaza, caracterizado de Pedro Sánchez: “Lo que quiero es que te calles un rato, bocachancla. El ministro no sale de una que se mete en otra.

Y empieza el festival. Un bofetón tras otro: “¡El lunes redujiste el genocididio americano a cuatro indios muertos!”. Borrell se explica: “Lo dije para desviar la atención por la multa del caso Abengoa. Lo sabemos, señor ministro.

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Queco Novell, caracterizado como Josep Borell, hace el saludo indio | TV3

La lista de barbaridades y salidas de tono que utiliza al ministro para tapar las anteriores son de libro: Borrell desvía la atención del caso Abengoa despreciando el genocidio de los indios americanos, utiliza la multa de Abengoa para tapar el escándalo del escupitajo que nunca existió; y el falso esputo de un diputado de Esquerra le sirvió al ministro para esconder sus declaraciones atacando al Reino Unido. Cada disparate sirve para que nadie hable del anterior.

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Pedro Sánchez y Josep Borell conversan durante el gag | TV3

Parece que la técnica de momento le es efectiva. Borrell se coge a su cargo como a un clavo ardiendo. Y mañana será otro día.

El ministro Borrell nos regala grandes momentos en Polònia. A veces cuesta ver cuál es el de verdad y cuál es la imitación. Por el bien de la audiencia, no se vaya.