Lo que en un principio pretendía ser una relación cordial entre cuñados terminó convirtiéndose en un distanciamiento radical y sin retorno. Enrique Iglesias, conocido por su discreción y su lealtad hacia los suyos, tomó una decisión implacable: romper todo vínculo personal y profesional con Íñigo Onieva. Detrás del gesto se esconde un turbio historial de engaños, burlas y traiciones que el cantante no estuvo dispuesto a tolerar.
La chispa que encendió esta bomba de relojería surgió en los bastidores del mundo nocturno madrileño. Íñigo, quien se desempeñaba como relaciones públicas del exclusivo Lula Club —local ligado a Mabel Hospitality, empresa en la que Enrique es accionista—, comenzó a ganar fama no solo por sus fiestas, sino por su comportamiento desleal hacia Tamara Falcó. Según fuentes internas del local, Onieva se jactaba abiertamente de sus infidelidades y ridiculizaba a su entonces prometida delante de sus amigos, llegando a comentar en varias ocasiones que Tamara estaba tan ilusionada que no se daba cuenta de lo que ocurría.
Enrique liquidó el trato: adiós al trabajo, al respeto y a la familia
Al enterarse de los rumores, Enrique Iglesias no dudó en cortar por lo sano. No solo lo apartó de cualquier actividad dentro del club, sino que exigió su salida inmediata, rompiendo el lazo profesional que los unía. Pero eso fue solo el comienzo: el cantante también se distanció de su hermana Tamara, decepcionado de que ignorara sus advertencias y decidiera seguir adelante con la boda.

La aparición pública del vídeo de Onieva besando a otra mujer en el festival Burning Man fue la confirmación de lo que Enrique ya sabía. Sin embargo, la decisión de Tamara de perdonarlo —y casarse de todos modos— se vivió como una traición dentro del entorno familiar. El cantante no asistió al enlace y desde entonces ha impuesto una estricta barrera: ni llamadas, ni encuentros, ni reuniones familiares compartidas.
Isabel Preysler, atrapada entre sus dos hijos
El mayor daño colateral de esta guerra fría es, sin lugar a dudas, Isabel Preysler. Acostumbrada a mantener el equilibrio entre sus hijos, la socialité ahora se enfrenta a un escenario que nunca imaginó: su familia completamente dividida, con una hija defendiendo lo indefendible y un hijo que ya no quiere mirar atrás.
Fuentes cercanas aseguran que Isabel ha sido apartada de la vida cotidiana de Tamara por decisión tácita de Íñigo. Desde que se selló el matrimonio, la relación madre-hija ha perdido calidez, y los encuentros son cada vez más escasos. Enrique, por su parte, ha redoblado su presencia al lado de su madre, acompañado por Ana Boyer, con quien mantiene una estrechísima relación. Ambos estarían preocupados por el evidente desgaste emocional que Isabel atraviesa.

Tamara Falcó, que ha intentado mantener la imagen de unidad familiar, lucha por sostener un matrimonio marcado por las dudas y el rechazo. Mientras tanto, Enrique Iglesias ha pasado de hermano protector a figura ausente. Fuentes aseguran que no hay posibilidad de reconciliación mientras Onieva siga en la ecuación. El cantante, que ha levantado un muro de silencio, se niega a hablar públicamente del tema, pero sus actos son más elocuentes que mil palabras. Para él, Íñigo no solo traicionó a su hermana, sino que dinamitó la estabilidad emocional de toda una familia. Tamara, por su parte, continúa aferrada a una historia que cada vez parece más una ficción incómoda que una verdadera historia de amor. ¿Hasta cuándo podrá sostener la marquesa esta fachada? Solo el tiempo lo dirá.