Quizás las armas las carga el diablo. Lo que es seguro es que el photoshop mejor que no lo cargue Cristina Tárrega. Porque el resultado final es directamente bochornoso, de vergüenza ajena. No se ha visto una cosa más torpe en años. A la periodista gusta pasar a menudo por chapa y pintura. Tiene la T-Multi de las visitas al quirófano y las agujas de bótox ya son amigas suyas. Perfecto. Que cada uno haga con su cuerpo lo que crea y pueda. El problema viene cuando también se tiene afición a querer disimular por ordenador los kilos de más y no se tiene ni el primer curso de maquetación.

cristina4

@cristinatarrega

Tárrega está siendo el hazmerreír de las redes en las últimas horas después de un engendro perpetrado en Instagram. A la colaboradora valenciana de El diario de Ana Rosa se le ha ido la mano con los retoques y ha colgado una fotografía que hace daño a los ojos. Aparece con su rictus habitual, poniendo morritos, al lado de la presentadora sustituta de AR durante el verano, la excelente Patricia Pardo. Pero todo lo que es naturalidad en la gallega, en Tárrega parece impostado. O directamente imposible. Porque se la ve con un vestido que misteriosamente, por arte de birli birloque, hace desaparecer parte de su cuerpo, desde las caderas hasta el hombro. Un cuerpo que hace una curva extrañísima donde se le ve una mano apoyada en la cintura, pero donde el pecho le empieza unos cuantos centímetros después, como si le faltara medio cuerpo.

cristina

@cristinatarrega

cristina2

"¿Qué pasó?"; "Sobra mucha tela negra, ¿no?"; "Se pasó usted con el photoshop desde la mano de la cadera hasta el pecho"; "¿Pero que pasa en la foto? Se te parte la cintura en la cadera". Las redes van llenas. De hecho, las líneas del sofá que se ve detrás aparecen bastante distorsionadas, tal como se han fijado en la redacción de Diez minutos, mientras que el cojín del asiento sufre un repentino corte. Tanto, que desaparece del todo donde sentarse. Milagros de la física. O de photoshop. Pero un milagro de pacotilla.