En casa, como en muchos hogares, nos encanta el Atrapa'm si pots. El concurso que cada noche presenta con mano maestra el gran Llucià Ferrer. Empático con los concursantes y los espectadores de casa, cómplice, simpático, ocurrente y con una voz que es la envidia sana del resto de comunicadores, el de Manlleu se ha hecho un lugar desde hace tiempo con esta propuesta en la cual juegan los concursantes en plató y los espectadores desde casa. Un programa donde Llucià está en su salsa, donde comparte vivencias personales con los espectadores y donde se crea un buen rollo y una buena sintonía entre él y los concursantes que a veces, como acaba de pasar, regala momentos impagables de televisión y jugosas confesiones sobre el pasado. Ahora, Llucià tiene 47 años, pero hace veinte le pasó una cosa que había olvidado... y que le ha recordado justamente a una concursante de su programa. Y lo que ha verbalizado, ha dejado a Ferrer fuera de juego y con los ojos como platos.

Esta es la cara que ha empezado a poner el presentador cuando ha empezado a oír hablar a Mercè, que solo verlo en plató le ha dicho: "Llucià, tú y yo ya nos conocemos y de una cosa que te sorprenderá". Un Llucià que ha asegurado ante la audiencia que "de verdad que yo no sé qué explicarás". Y a medida que ella lo iba explicando, la cara de Ferrer iba cambiando hacia la incredulidad y el arrepentimiento. Mercè explica cómo en el 2005 conoció a quien ahora ha tenido en frente en el Atrapa'm si pots. Eran otros tiempos y Llucià hacía radio, El matí i la mare que el va parir de Ràdio Flaixbac. Y un buen día iban los dos, cada uno con su vehículo, por la Ronda de Dalt de Barcelona. "Pararon los coches. ¡Patapam! Bajo y sale una persona que eras tú, alarmado diciendo 'Que yo no he tenido la culpa!!. Él intenta que no siga: "No fastidies, cortémoslo esto"!, dice socarrón.

No solo no lo han cortado, sino que ella ha seguido desembuchando: "Le dije: Ya lo sé, que no has tenido la culpa. Mira, yo voy a una boda y no me puedo entretener, te dejo mi teléfono y mi nombre. ¿Cómo te llamas?'". Y al decirle que era Llucià, Mercè alucinó: "No fastidies, ¿tú eres el Llucià Ferrer? Te escucho cada día por la mañana en la radio. Me habría gustado conocerte en otra circunstancia'... Me derivaste a una gestoría que me parece que era de la familia. He pensado: 'eso se lo tengo que decir. Me ha hecho mucha gracia'". Y tanto que se lo ha dicho. Y Llucià, sin saber dónde esconderse, "qué vergüenza"
Sensacional. Si algún otro día (esperemos que no), Llucià y Mercè vuelven a tener otro encontronazo en la Ronda de Dalt, como mínimo esperamos que se queden hablando un rato y no se marche por patas a una boda.