81 años y un montón de operaciones a sus espaldas. Bien, a sus espaldas o mejor dicho en sus caderas. Hasta cinco. El rey Juan Carlos parece Robocop y sus últimas apariciones son la prueba viviente de las dificultades de movilidad que tiene el monarca después de haber pasado tantas veces por el quirófano. La muleta se ha convertido prácticamente en una extensión de su brazo, levantarse en las plazas de toros para que los toreros le dediquen las orejas y el rabo es prácticamente una misión imposible.

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El emérito sabe que las prótesis que le han puesto no acaban de funcionar, pero también es consciente de que lo peor podría no haber llegado aún. En la Clínica Quirón de Madrid prácticamente tiene la tarjeta dorada de las numerosas visitas que ha tenido que hacer para que le revisen la osamenta. Pero los dolores no disminuyen. Según explica la revista ¡Hola! después de haber contactado con fuentes próximas al Borbón, "Tiene unos dolores de cadera insoportables. Y la verdad, tiene mala solución. Y esto es una cosa que le obsesiona porque no quiere que nadie le vea en silla de ruedas". Según explican, le tiene terror y auténtico pánico a acabar igual que su madre, la difunta condesa de Barcelona, María de las Mercedes.

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Hace un tiempo, doña Pilar, la hermana del rey, reconocía que es un hecho que los Borbones tienen que asumir, ya que viene de familia: "Es un tema hereditario. Mi hermana y yo también nos hemos tenido que operar de la cadera". La hermana del rey Juan Carlos, la infanta Margarita, también utiliza silla de ruedas. Y los cuatro, madre y hermanos, han tenido que ser operados en un momento u otro por la fuerte artrosis que sufren en la articulación de las caderas. Juan Carlos lo tiene crudo.