La reina Sofía atraviesa uno de los momentos más oscuros de su vida. La pérdida de su hermano Constantino de Grecia en 2023 y el delicado estado de salud de su inseparable hermana Irene han desatado una tormenta emocional que la mantiene recluida en sus habitaciones en Zarzuela. Fuentes cercanas aseguran que la emérita apenas come, duerme mal y ha perdido por completo la ilusión. La mujer que durante décadas sostuvo la imagen de la monarquía española hoy vive sumida en un silencio perturbador, donde solo el mundo espiritual parece ofrecerle un respiro.

Quienes la han visto en las últimas semanas confiesan que apenas recibe visitas familiares. Felipe VI intenta levantarle el ánimo, al igual que las infantas Elena y Cristina, pero sus intentos resultan en vano. La reina Sofía se aferra al consuelo de videntes, curas y monjes tibetanos que entran y salen discretamente del palacio. Su vida se ha convertido en un desfile de rituales, rezos y promesas de esperanza.

Reina Sofía
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Los videntes favoritos de la reina Sofía entran en acción

En medio de este escenario sombrío, la emérita ha recurrido a los consejos de viejos conocidos del mundo esotérico. Entre ellos, destaca la presencia de Rappel, quien no solo le ha transmitido mensajes de aliento, sino también confidencias sobre el destino de su hermana Irene. Este vidente, íntimo amigo de Sofía, ha confirmado públicamente la tristeza que la consume y la profunda conexión emocional que mantiene con su hermana.

Pero no es el único. Otros videntes y médiums de renombre habrían pasado por la Zarzuela en las últimas semanas. Cada uno de ellos promete sanar las heridas invisibles de la reina con palabras cargadas de esperanza, rituales energéticos y hasta lecturas espirituales. La emérita escucha con atención, buscando en cada sesión una chispa que la devuelva a la vida.

rappel  GTRES
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Monje tibetano y curas de confianza en Zarzuela

Uno de los episodios más sorprendentes ha sido la llegada de un monje tibetano al corazón de la monarquía española. Invitado especialmente para ofrecer sesiones de meditación, buscó transmitir calma y equilibrio interior a una mujer desbordada por la tristeza. Según se comenta, la reina Sofía se dejó envolver por mantras y ejercicios de respiración que pretendían devolverle serenidad. Sin embargo, el alivio fue momentáneo.

A la vez, la Iglesia, que siempre ha ocupado un lugar privilegiado en la vida de la emérita, también se ha movilizado. Sacerdotes cercanos acuden con frecuencia a Zarzuela para rezar junto a ella, bendecirla y mantener largas conversaciones en busca de encender una chispa de fe. No obstante, el efecto parece limitado: Sofía agradece el gesto, pero vuelve a encerrarse en la penumbra de su habitación apenas terminan las visitas.

El panorama que se dibuja es desolador. Quienes han compartido tiempo con ella aseguran que ya no muestra interés por reuniones familiares ni actos sociales. De acuerdo con las declaraciones de Rappel, Sofía “No quiere fiestas, ni cachondeos, ni bromas, y está dedicada a atender a su hermana hasta el último aliento”, viviendo rodeada de un clima casi monástico, apenas iluminado por las visitas esporádicas de sus nietos, quienes intentan arrancarle una sonrisa sin éxito.  Hoy, la mujer que fue soporte inquebrantable de la Casa Real se muestra frágil, vulnerable y entregada al misterio de lo espiritual. No hay médicos, ni psicólogos, ni familiares que logren devolverle la esperanza. Solo cree en la energía, en los rezos y en los milagros que puedan llegar desde lo sobrenatural.