El rey Juan Carlos I se ha ganado a pulso una opinión pública muy negativa. Sus negocios turbios, sus aventuras extramatrimoniales, su huida a los Emiratos Árabes, sus cacerías… Un caldo de cultivo que han dejado por los suelos la buena imagen de la casa real que siempre conservó el ‘campechano’.
Un bache que el rey Felipe VI y la reina Letizia no han dejado de intentar superar, aportando luz a la familia real con transparencia y buen hacer. No les está siendo nada fácil recuperar la opinión pública positiva. Y lo cierto es que los polémicos episodios protagonizados por Iñaki Urdangarín, Jaime de Marichalar, Froilán y Victoria Federica tampoco ayudan en absoluto.
La falsa apariencia de la reina Sofía
Sea como sea, en todo este culebrón hay una persona que ha quedado como la buena de la película. Nos referimos a la reina Sofía. De hecho, Letizia también se llevó unos cuantos golpes de la prensa tras la escena en aquella Misa de Pascua celebrada en Mallorca, en la que la consorte intentaba evitar que Sofía se fotografiara con sus hijas la princesa Leonor y la infanta Sofía.
No obstante, muchas voces se posicionan a favor de Letizia en aquella escena. Opiniones que giran en torno a que Sofía solo buscaba mejorar su imagen personal con aquella instantánea y que Letizia hizo lo que debía: evitar que la suegra utilizara a sus hijas para su puro interés.
El secreto que la emérita Sofía oculta en la boca
Pero que la emérita Sofía no es todo lo que reluce también lo retrató Pilar Eyre en un artículo en el que desenmascaró a la esposa de Juan Carlos I. Básicamente, la periodista aseguraba que la imagen de la madre del rey Felipe VI era totalmente falsa. Y que si ha aguantado al lado de Juan Carlos ha sido solo por dinero. Será que quería conservar su estatus y no tener que desprenderse de uno de los secretos que guarda en su boca. Un diente de oro al más puro estilo ladrón de ‘Solo en casa’ o el capitán Jack Sparrow. Se puede ver en esta foto.

“Su hijo no iba a dejar de ser el heredero, pasara lo que pasase. La motivación tiene que ser otra y quizás no tan altruista”, escribía Pilar Eyre en su artículo. “Sorprendió a su marido en la cama con una mujer en una cacería. Tenía 37 años y comprendió que a partir de entonces su caso iba a actuar con total libertad. Huyó a la India con sus hijos, dispuesta a dejarlo. Pero su madre, la reina Federica de Grecia, le dijo '¿Quieres ser como yo, una reina sin reino, una paria que tiene que vivir de la caridad de los demás? No te divorcies jamás”, recordaba.
Y hubo más. Aseguraba la periodista que, a pesar de que lo negó todo tal y como hizo su hija Cristina respecto a los delitos de Urdangarín, estaba al corriente de los negocios de su marido. “Ella era perfectamente consciente (de los millones opacos del marido), es más, le animaba en ese sentido, temerosa de que le pasara lo mismo que a su madre. Tenía miedo a la pobreza”, afirmaba Eyre. Sin duda, la infanta Cristina tenía una buena maestra en su propia casa.