Los próximos días llegará a las librerías un título que en Casa Real no tenían muchas ganas que viera la luz: Letizia, la reina impaciente, del escritor argentino Leonardo Faccio. Veremos qué se puede leer en sus páginas y en qué lugar deja a la reina de España. Para ir haciendo boca, siempre es interesante leer la última obra importante que habla de Letizia, entre otros personajes de sangre azul, el libro que hace unas semanas publicó Jaime Peñafiel.

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En Anécdotas de oro, el escritor desgrana a la perfección diferentes recuerdos y anécdotas sobre la familia real, con especial protagonismo para la reina. Ahora, Letizia pasea orgullosa y dándose baños de multitudes allí por donde va. Incluso, no tiene miedo de romper el protocolo cuando se encuentra con alguien que conoce y quiere saludar, como le hemos visto hacer en la Virgen del Rocío de Almonte, Huelva, mientras la visitaba con Felipe. Durante el recorrido por la parroquia de Nuestra Señora de la Ascensión, y ante la mirada sorprendida de su marido, Letizia ha ido a saludar a un mítico reportero gráfico de TVE, Manuel Ovalle, con quien coincidió en época de presentadora de informativos.

Pero hubo un tiempo donde giraba la cara a los que conocía. O todavía más ridículo: se ponía las manos en la cara para tapársela. Lo explica Peñafiel. Vuelo Madrid-Nueva York el año 2012. Entre los pasajeros del avión, el ilustre pintor Cristóbal Toral. A las dos horas, se levanta para ir al lavabo. Al volver a su asiento a business class, se fija en una mujer, Letizia, con quién había coincidido poco antes en una recepción en la embajada de España ante la ONU: "Creyó que aquella señora, sentada en la primera fila junto a su acompañante, y que se cubría el rostro con ambas manos, era ella. Pero el hecho de taparse la cara le hizo dudar". El artista, intrigado, volvió a ir al lavabo: "Cuando regresó de nuevo, ella, al verle, no sólo volvió a cubrirse, sino que dirigió el rostro hacia la ventanilla".

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El pintor no entendía nada. Peñafiel traslada las dudas que debería tener al ver una reacción tan infantil como la de la reina, "¿Por qué me negáis el saludo?, ¿por qué os tapáis"?, así como la la reacción posterior de Toral: "Si me hubiera pedido no decir nada, nada hubiera dicho. ¿Por qué tanto misterio"?. Y remacha Peñafiel: "Toral no es un paparazzi, sino un artista a quién poco le importaba que ella viajara sola o en compañía a Nueva York".