El decimoctavo cumpleaños de Leonor no era solo un cumpleaños. Ni siquiera hace falta que remitamos en las mil y una gestiones con las que, por protocolo y otras exigencias reales, la princesa tenía que cumplir en un día tan señalado. Y es que, si algo suscitaba verdadera expectación por encima de la importancia que un hecho de aquellos que son once in a lifetime como es ver a la heredera en el trono de un Estado jurando la Constitución en las Cortes Generales, eso era la parte escondida.

Nos referimos al desastre familiar borbónico que tienen encima, claro está. Años sin concordia ni forzar la máquina en reencuentros que a nadie le apetecían, y es que las relaciones interpersonales dentro de la estirpe distan demasiado de ser buenas. Distan de ser, de hecho. Para tranquilidad de todo el mundo, así había sido hasta ahora. Sin embargo, la fiesta de celebración de la mayoría de edad de la futura reina no es en ningún caso un acontecimiento eludible. Al menos para casi todos, ya que buena parte de los primos de la hija de Felipe VI y Letizia pasaron del tema. El caso es que no invitar a Juan Carlos hubiera significado un enésimo escándalo público. Apostaban, pues, por el escándalo privado. Y así sería como abuelo y nieta volverían a verse las caras después de más de tres años sin compartir espacio físico.

Leonor, Juan Carlos y Felipe EFE
Leonor, Juan Carlos y Felipe. / EFE

Por si había alguna duda, no fue todo de color de rosa. Los reyes comprendieron que no contar con la presencia del emérito sería peor de cara a la galería, aunque todo el mundo ya sea consciente de cómo está el patio. Ahora bien, no hacía falta que asistiera a todo. Decisiones unilaterales que salpicaban a una tristísima reina Sofía, que también quedó apartada de los actos oficiales. Ni ella ni su marido tenían donde sentarse en la jura de la Constitución ni en la comida con autoridades celebrada en el Palacio Real. Tampoco las infantas mayores ni sus hijos. Solo Felipe, Letizia, la infanta Sofía y la protagonista de la jornada.

El núcleo duro de la casa ya era suficiente, porque tenerlos rondando por allí hubiera avivado todavía más una expectación latente que quedaba pospuesta. Aplazada para la tarde-noche, cuando todos los que no rechazaron la invitación a la fiesta privada en El Pardo tendrían que lidiar con la incomodidad de fingir que se soportan. A Leonor no se la veía con Juan Carlos desde el 2018. Poco después se marcharía la princesa a estudiar a Gales y él huiría en Abu Dabi, mientras que los padres de ella la blindarían al máximo para evitar que la mala imagen del padre de Felipe la afectara en nada. Sorpresa generalizada con la reacción que la nieta tuvo con el abuelo una vez coincidieron dentro de la exresidencia de Franco. Lo publica El Confidencial Digital, que asegura que, contundente y cuadrándose ante el monarca, pronunció un sonoro "a sus órdenes, Majestad". Y después de dejar a todo el mundo perplejo, se fundían en un abrazo.

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Juan Carlos al salir de la fiesta privada. / Europa Press

Según se ha hecho saber, Juan Carlos también le dio algunos consejos a Leonor con respecto a la formación militar. Esperamos que no en materia de disparos.