Cuando abre la boca tiemblan los cimientos del Palacio de la Zarzuela. Y todo porque dispone de información privilegiada que no deja indiferente a nadie. La valenciana Pilar Urbano conoce muy bien, casi como la palma de su mano, a todos y cada uno de los miembros de la familia real española. Y es que Urbano, que se define como “constitucionalista, ni monárquica, ni republicana” es consciente que “todos quieren saber lo qué pasa en esa casa opaca, sin transparencia, oscura y misteriosa”. Prensa, radio o televisión. Nada se le ha resistido a la periodista e investigadora. Además, Urbano también escribe y a lo largo de todos estos años ha publicado libros tan reveladores como La Reina, La Reina muy de cerca, El precio del trono y su libro más reciente, que vio la luz el pasado noviembre, La Pieza 25. Operación Salvar a la Infanta. Según cuenta Urbano para En Blau, “decidí hacer después de ver por la televisión cómo el juez Castro entregaba a una furgoneta lo que yo llamo ‘La Bíblia’ del ‘Caso Nóos’”. Para dicha pieza de investigación, que la escritora dice reflejar “todo lo que hay arriba, abajo y detrás del caso y las presiones que vienen desde Zarzuela”, “estudié mucho Derecho, al mismo tiempo que me leía el decreto de sumario, que son 71.000 folios”. Una preparación que le sirvió para mantener largas charlas con el juez Castro, con quien se produjo “una simpatía muy buena”. Conversaciones que la periodista especializada en Casa Rea, decidió grabar porque “mi alma de periodista me lo pedía así”.

Pilar, ¿tomaste algún tipo de medida a la hora de hacer este libro?

Para evitar presiones no me interesaba que nadie, incluyendo mi familia, supiera que estaba haciendo este libro. Entonces cuando iba a Palma de Mallorca, parecía que iba a bañarme a la playa [ríe]. Pero no solo viajé a Mallorca, sino que también a Ginebra, a Sant Cugat del Vallès… Yo iba haciendo mis viajecitos y mientras escribía quería clandestinidad. Además, tampoco quise que los periodistas que estaban en Palma se enteraran de que estaba escribiendo un libro sobre el ‘Caso Nóos’ porque ellos no se comían un rosco.

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El libro te habrá permitido conocer aún mejor a la infanta…

Conozco a la infanta de haber estado en Zarzuela varias veces, pero nunca me he tomado el té con ella, ni tampoco hemos jugado al tenis. Además, a Cristina también la he visto en Ginebra y en los juzgados. De hecho en los juzgados nos encontramos en el baño. Yo estaba lavándome las manos y de repente entró ella por la puerta y, con la voz acuencada igual que la de su madre, me dijo: “Pilar”. Después me dio un gran abrazo, con el que me envolvió porque ella es mucho más grande de lo que parece en las fotos, me dio las gracias y me besó. Seguramente se pensó que estaba allí para animarla, pero lo que Cristina no sabía es que estaba allí para hacer un libro [ríe].

¿Y cómo reaccionaste?

Me quedé un poco apurada porque estaba allí en calidad objetiva, ni a favor, ni en contra de ella. Entonces le dije a Cristina que tenía que aguantar el tirón y que lo sentía por sus hijos. Y a día de hoy lo sigo sintiendo porque tener a tu padre encerrado en una cárcel tiene que ser muy duro. Esto ha hecho que Juan, el hijo mayor de la infanta, siempre mire hacia abajo y haya perdido la sonrisa. Antes de salirme del baño le dije: “Suerte”. Y ella me dijo: “Suerte, no. Justicia”. Y yo pensé: “Esta mujer se cree que es inocente”.

Cristina ha estado y está muy enamorada de Urdangarín, ¿no?

Ella ha estado muy enamorada de su marido. Un marido, sin embargo, un poquito volátil y al que le gustan las mujeres porque tengo emails que demuestran que Urdangarín ha tenido aventuras con otras mujeres. Los tengo, pero como no son pruebas relacionadas con el delito cometido, pues fuera, no entran.

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¿Y Cristina nunca ha sospechado de eso?

Hay rasgos, rastros y huellas suficientes para saber que Cristina podía temer a las aventuras de su marido. De modo que para evitar más aventuras, Cristina fue la encargada de entretenerle, y lo hizo por amor. Es decir, convirtió a Iñaki en una PlayStation, en una plataforma de poder, para que pudiera tocar una tecla y que le llegase el dinero y se pudiera sentir importante, poderoso listo, guapo, más que guapo y reconocido por sus valores. Entonces, el que tiene una ambición desmedida es él, no ella, porque Iñaki decía que quería que le valorasen por sus valores y no por ser el yerno del rey emérito, ni el marido de la infanta.

¿Qué piensas de que la infanta Cristina no haya sido condenada por el ‘Caso Nóos’?

Tanto yo, como el juez instructor y todas las personas que han intervenido, con rigor, en el caso consideramos que la infanta Cristina tenía delito porque ha sido el corazón, el alma y el motor de todo eso. De hecho, Urdangarín no hubiese podido delinquir, en eso de la pieza 25, de no ser por la ayuda, colaboración, prestigio, contactos y protección que te da ser infanta de España. Cristina es la responsable y cooperadora necesaria del ‘Caso Nóos’. Por eso termino mi libro diciendo que si Urdangarín apretó el gatillo, es porque ella era el revolver humeante. Es decir, que la infanta Cristina era el arma.

¿Qué te parece la condena de Iñaki Urdangarín de 5 años y 10 meses de cárcel?

Me he estudiado los trescientos treinta y tantos folios del fallo y pienso que con la condena de Urdangarín han sido benévolos en todo. El fiscal del Tribunal Supremo pedía 10 años, pero el fiscal de Palma, Pedro Horrach, pedía de 19 a 20 años. De hecho, Horrach le dijo a Mario Pascual Vives que no había puesto los pies en la tierra a Iñaki Urdangarín y que no le había cantado las cuarenta porque, después de todo, Urdangarín sigue creyendo que tiene impunidad.

¿Se puede propiciar un acercamiento entre el rey Felipe VI y su hermana, la infanta Cristina, mientras Urdangarín esté en la cárcel?

Los actuales reyes no quieren saber nada de ellos. Es más, en palacio se llegó a decir que Urdangarín era escoria. Felipe quiere mucho a su hermana. Bueno, la quería porque era su hermana del alma. Pero ahora, con todo lo que ha pasado, ha entrado con el hacha y ha quitado y amputado a Cristina de la familia real. Ahora solo son los reyes eméritos, los reyes vigentes y Leonor y Sofía. Todos los demás, fuera. Por eso el rey Felipe VI le ha sugerido a la infanta Cristina que renuncie a sus derechos sucesorios, sin lesionar los derechos de sus hijos. Una persona que ha estado imputada, sobre la que hay muchos recelos y sospechas de que era imprescindible para cometer tales delitos y cuyo marido está en la cárcel, debería alejarse voluntariamente. Es más, yo, como ciudadana, le aconsejaría a Cristina que renunciara.

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Elena o Cristina, ¿con cuál te quedas?

Creo que ambas tienen grandes valores. Cristina ha sufrido mucho, me da mucha pena y sus lágrimas me merecen un respeto enorme porque no quería que su marido delinquiera. Pero, por otra parte, ha sido cooperadora necesaria de todo este entramado. Cristina nunca ha tenido ambición, sino que ha tenido amor porque se casó con Urdangarín sin importarle que fuera deportista. La conozco desde antes que se destapara el ‘Caso Nóos’ y sé que tenía una gran vida interior. Era una mujer buena, con una gran dignidad, muy independiente, divertida, llena de vida y elegante y estaría elogiándola hasta decir basta. Eso sí, muy cabezota. Por otra parte, la infanta Elena es una mujer que tiene un carácter fuerte y duro, y no ha sabido mantener un matrimonio. De todas formas, Elena es una mujer muy popular, a la que le gusta mucho la calle, los toros, irse a celebrar los triunfos de ‘La Roja’, bailar salsa, ponerse un sombrero de paja… La infanta Elena es una Isabel ‘La Chata’, lo que pasa es que ahora está triste porque ha ocurrido una gran desgracia en la familia real. Bueno, todos están muy rotos.

¿Qué te parece el papel que juega la reina Sofía a día de hoy?

Sofía está aguantando el tirón desde el año 1963 y tiene esa piel regia que le hace tener una cara amable hacia el exterior. Siempre ha sufrido por el desamor del rey y ha aguantado hasta que Pilar Eyre desveló lo que sabíamos todos los periodistas en Madrid. O sea, la gran cantidad de amantes de Juan Carlos. De hecho, al año siguiente de casarse con Juan Carlos, en el parlamento de Grecia ya se debatía sobre si había de quitarle la dote porque se especulaba que se divorciaría de Juan Carlos, ya que le habían pillado con otras mujeres. Es más, un día le pregunté al emérito si Sofía era celosa y me contestó: “Hmmm. En esto de los celos la reina te sorprende porque es celosa, pero con dignidad”.

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¿Ha sido real el matrimonio entre Juan Carlos y Sofía?

Su matrimonio ha tenido la representación teatral que tiene toda monarquía. Cuando salen a la calle fingen una cosa, pero de puertas para adentro duermen en camas separadas desde hace muchos años. De todas formas, por parte de Sofía el matrimonio sí que es real, pero por parte de Juan Carlos no porque como le gustan mucho las mujeres, pues no se priva. De hecho, un día le dije a Juan Carlos si se casó enamorado, o por conveniencia, y me dijo que él no era un hombre que se enamorara “perdidamente”, y menos en inglés porque “el inglés no me pone”.

Y de la presunta más que amistad entre Sofía y Alfonso Díez, ¿qué piensas?

No me lo creo. La fotografía que se tomó de ambos, el día que Sofía fue a dar el pésame a Alfonso por lo de Cayetana, a mí no me da que pensar en nada. Es una fotografía en la que ella le da la mano y pone una expresión de condolencia. De todas formas, sé que la reina ha tenido pretendientes, pero nunca ha sido infiel.

¿Pretendientes cómo quienes?

Puedo nombrarte al fallecido Carlos Ferrer Salat, que era tenista y presidente de la CEOE, y a Federico Mayor Zaragoza. Sé que a ellos dos les ha gustado mucho la reina, porque me han hablado de Sofía con mucho brillo en los ojos, con muchos elogios y me consta que había sintonía entre ellos. Además, Sofía también disfrutaba mucho, y se lo pasaba fenomenal, con el músico Georges Moustaki. Pero lo cierto es que el corazón de la reina emérita es de matrimonio indisoluble, de estar con una persona y para siempre. Y, a día de hoy, Sofía sigue estando muy enamorada de Juan Carlos. De hecho, cuando le hice el primer libro, ella quería volver a enamorar a su marido y constantemente me hablaba del emérito.

¿Es Sofía una persona homófoba?

No lo sé, pienso que no. Lo que me dijo Sofía, y que escribí en el libro La Reina muy de cerca, es que si todos los que no fuéramos gays hiciéramos una cabalgata, colapsaríamos no solo Madrid, sino el planeta. Y a continuación, sin preguntarle yo nada, me dijo: “Me parece muy bien que si se quieren y se han enamorado, y si las leyes de su país se lo permiten, pues que se vistan de novios, o de novias, y se casen. Si en su país se lo permiten. Pero que a eso no le llamen matrimonio”. O sea, que Sofía no se metió en el amor entre dos hombres o dos mujeres, sino que dijo que a eso no se le llamase matrimonio, porque considera que el matrimonio es entre un hombre y una mujer. Es lo único que dijo. De todas formas, la reina emérita no es “anti” nada. Es una mujer de gran comprensión y conoce mucho todas las debilidades, tendencias y gustos humanos.

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Y Letizia, ¿cómo es ella en las distancias cortas?

He coincidido dos veces con Letizia. Para mi es una mujer muy valiosa pero nerviosa porque se siente odiada, mal querida y está siendo víctima de la opinión pública. Cuando sale a la calle es como si se metiera en un nido de avispas, y las avispas no son otros que los periodistas. Eso le incomoda mucho y por eso está en constante tensión. Además, cuando se casó con Felipe, Sofía me dijo que el papel de Letizia era el de sacar a la monarquía al asfalto. Es decir, abrir las puertas y que se supiera que toda la gente tiene sangre roja y que la sangre azul no existe. Pero Letizia es periodista… Y tiene vocación de periodista, pero resulta que está metida en la Casa Real sabiendo lo que todos querríamos saber y no puede contarlo. Tiene que estar con los labios sellados y eso es un martirio. Letizia tiene un carácter bohemio. Una periodista se viste con zapatillas, pero ella tiene que estar siempre elegante y subida a unos tacones. Una periodista no tiene horarios, tiene el horario de la noticia y eso es algo muy imprevisible. En cambio, esa mujer, siempre tiene que estar a punto. Además, como me dijo la reina emérita, en esa casa hay tres palabras que no se pueden decir: “No me apetece”. Y a Letizia, le apetezca o no, tiene que hacer lo que le manden.

¿Crees que está a la altura de las circunstancias?

Letizia no ocupa ningún cargo y es reina porque está casada con el rey. Ella es Letizia y la constitución le prohíbe tener cargos, salvo el de ser reina consorte. Ella es educadora de sus hijos y esposa de su marido.

¿Pende de un hilo el matrimonio entre Letizia y Felipe?

Llevan 14 años diciendo que se van a divorciar, pero yo no lo creo. Forman un gran equipo, tanto a nivel personal, como de trabajo, y están muy unidos. El rey necesita una persona que esté a su lado y que le marque lo que tiene que hacer. Además, en sus discursos, Felipe dice lo que quiere decir, pero es Letizia quien le dicta cómo tiene que decirlo y quien le pone la sintaxis. Por ejemplo, en el discurso del rey contra la independencia, que poco gustó a los catalanes, fue Letizia quien le marcó el tono que tenía que utilizar, porque le dijo que era el momento de poner los “cataplines” sobre la mesa.

¿Se debería prescindir de la monarquía?

No veo ningún problema en que haya una república. El problema es que ahora mismo estamos en un momento en el que todos somos una realidad muy contrapuesta y me resulta difícil pensar en una persona para ponerse al frente de la república y que nos pueda representar a todos. Una persona que, teniendo un pueblo tan “yoyista” como tenemos, sea aceptado por todos y que concite la simpatía de todos… Bueno, si el tío del Mercadona fuera más gracioso, quizá podría serlo él y así nos haría más ricos a todos [ríe].