Letizia es una de las reinas más queridas del mundo. La mujer de Felipe no fue bien recibida por Juan Carlos y Sofía, era una plebeya, divorciada de su profesor de instituto y presentadora de informativos, no le convenía. Sin embargo, unos años más tarde demostró que reina se hace y no se nace. La actual reina acapara todos los titulares de las revistas de corazón y de moda por sus acertados estilismos. Combina marcas ‘low cost’ con otras de alta costura, es una fanática de Inditex, por ello todas sus prendas se agotan en cuestión de minutos. Siempre apuesta por diseñadores españoles. Además, también se le aplaude por su increíble forma física.
De Letizia se sabe poca cosa, y es que siempre ha intentado que se respete su privacidad y se garantice su intimidad. Sin embargo, eso le ha dado un aire frío y calculador que la ha alejado de la ciudadanía. Con su equipo de asesores intenta cambiar esta imagen. Es por ello que cada vez se muestran más momentos familiares.

Una de las grandes manías de Letizia
Letizia ha cogido un gran protagonismos desde que Juan Carlos y su reinado cometieron grandes errores. Consiguió apartarlos y dar un giro a la imagen de Zarzuela. Conocemos a la monarca, pero no a la madre, esposa y mujer. La reina aprovecha sus ratos libres para disfrutar de la cultura, es una amante del cine, el teatro y la lectura. Todos los fines de semana que tiene libre se la puede ver en alguna sala de cine con la familia, o incluso sola. Los sábados queda con sus amigas de toda la vida y disfruta de la gastronomía madrileña en el centro de la capital, como una más. No le gusta ninguno de los planes que protagonizó Juan Carlos. Ni las regatas, ni el esquí, ni mucho menos la caza.

Aunque a primera vista no lo parezca, Letizia es una persona muy cercana, una gran interlocutora. En los actos públicos usa zapatos de tacón, pero debido a su enfermedad, metatarsalgia crónica, los evita en el ámbito privado, como las gafas.
Una de sus grandes manías es llevar siempre en el bolso caramelos de menta para ayudar a aclarar su voz y evitar el mal aliento, algo que no soporta, ni en ella ni en el resto. La reina se lava hasta cinco veces al día la boda, una después de cada comida para evitar enfermedades y mal olor.