Ya hace cuatro años que Juan Carlos cedió el trono de España en beneficio de su hijo Felipe. Pero el rey emérito ha seguido estando todos estos años en primera plana monárquica y apareciendo en diferentes acontecimientos. Alguien a quien todo el mundo le reía las gracias durante años y años, no renunciaría así como así a que le regalaran las orejas, a que lo aplaudieran allí donde fuera y a que le brindaran toros en la plaza y festines en los restaurantes.

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Pero la imagen de Juan Carlos cada vez ha ido cayendo en picado. El affaire Corinna le está pasando una factura que ya veremos cuál es la dimensión real que tiene. Aunque la Audiencia Nacional no haya considerado que haya que seguir investigando al Borbón, la ciudadanía empieza a estar harta de su modus vivenda, por encima del bien y del mal, y cada vez le deja pasar menos sus desviaciones de lo que tendría que ser un rey modélico.

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La ciudadanía y su propia familia. Hace meses que no aparece en una foto con su propia mujer. Una reina Sofía que ni fue al bautizo del hijo de la sobrina de Juan Carlos, María Zurita, alegando que tenía una boda el mismo día, cuándo lo que hizo fue ir de compras en Londres. Por no hablar de su hijo. Felipe no coincide con su padre ni se sabe desde hace cuando. No quiere que la mala imagen le salpique lo más mínimo. Y ahora, incluso, lo que han hecho es cambiarlo al uno por el otro.

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Una de las pocas cosas que justificaban el astronómico sueldo que recibe anualmente el rey emérito era cuando asistía a las tomas de posesión de los nuevos presidentes en países de Centroamérica y Sudamérica, como hizo en marzo con el chileno Sebastián Piñera. Un acto que no se perdía Juan Carlos a pesar de ya no ejercer como rey desde el 2014. Pero ahora, para el reconocimiento de Andrés Manuel López Obrador como nuevo presidente de México, el próximo 1 de diciembre, se ha decidido que no viaje el rey emérito y sí lo haga en su lugar su hijo.

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¿Por qué? Desde Zarzuela lo han justificado al diario El Español con tres motivos: el estado de salud ("el Jefe está bien, pero México es ya un viaje largo y las tomas de posesiones son ceremonias eternas"); el hecho de que México sea uno de los países con más inversión española ("y la imagen que tenemos que dar es de que nos importa, y mucho, por eso se manda a la persona más importante"); y la voluntad de que el representante lo sea de una "España actual, y ese es Felipe. Su padre es cosa del pasado".

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Lo más jugoso, sin embargo, de la información aportada por el medio, es la respuesta de Juan Carlos. Según la fuente de Zarzuela, no le ha cogido por sorpresa y está resignado, aunque podría ir a México sin problemas a pesar de su edad: "¿Has visto su agenda del último mes? Nada de nada. Es el mejor representante que podría tener este país y parece que ahora lo escondemos", explican fuentes próximas a Juan Carlos. Que esté "resignado", no quiere decir, sin embargo, que no se sienta "triste, humillado y arrinconado. Ha sido un golpe duro para él". Según la fuente, es el gobierno quien decide enviar a Felipe, pero no hay duda que si Felipe quisiera que fuera el padre, lo haría.

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El cuadro que pintan desde Zarzuela sobre el anterior monarca hace pensar en un apestado, incluso, por los suyos: "Ahora ha perdido el interés por casi todo lo relacionado con su antiguo trabajo. 'Que se ocupe mi hijo de todo' es su frase favorita cuando alguien le comenta algo sobre los asuntos de actualidad. Está cansado y harto de tantos palos después de tantos años de servicio a este país"... Quien sabe si volveremos a ver al padre del rey presidiendo un acto institucional.