Esta semana ha sido noticia el aterrizaje de emergencia del avión de Air Canadá en Madrid. Horas angustiantes con final feliz para más de 130 personas que viajaban en el aparato, que sufrió problemas graves en un motor y una rueda al despegar desde el Adolfo Suárez. La nave estuvo 4 horas dando vueltas alrededor de su punto de partida con el objetivo de quemar combustible y volver a tierra sin el peligro de provocar un incendio si la maniobra se complicaba. Minimizar riesgos, vaya. Una decisión diligente, juiciosa. El episodio ha estado en boca de todo el mundo, y el cronista real Jaime Peñafiel no es una excepción, inspirando su memoria y recordando una situación con cierta similitud, con un protagonista real, temerario y caprichoso. Sí, Juan Carlos I.

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Avión Air Canadà EFE

Peñafiel describe este nuevo capítulo que reafirma como era el Borbón emérito cuando surcaba los aires: Un peligro. Viaje oficial interminable, tres continentes y más de 30.000 kilómetros. Volviendo del periplo a Juanito le sale plan: Parada en Yeda, la segunda ciudad de Arabia Saudí. ¿Dónde tenía que ser, si no? Allí le espera el príncipe Fawez para agasajarlo cerca del mar Rojo. Un sueño de mil y una noches. El caso es que el desierto quiso chafar la guitarra a los compis monarcas, y escupió una tormenta de arena que alteró sus planes. Aterrizan en Ryad, la capital, esperando que despeje. Pero no. Todo a hacer puñetas. Vuelven a la nave y para casa, con los depósitos a full de combustible. El Rey, sin embargo, fumaba en pipa. Y cuando pasaban por la vertical del antigua destino, observando que la tormenta se ha calmado, ordena al comandante aterrizar de inmediato. El piloto no se lo cree, es de locos. "Caprichos. Podía haber alegado que en el avión mandaba él, pero acepto disgustado la orden". Jaime da una cifra escalofriante: "40 toneladas de combustible". La opción más segura, emular lo que hizo el capitán canadiense esta semana. Quemar hasta que fuera seguro. Pero el Borbón escogió otra vía: vaciar en medio del vuelo los tanques de queroseno, con el peligro que eso comportaba para el resto del pasaje de la comitiva de Zarzuela, con el periodista incluido, ademas del destino incierto de tantos litros de combustible Si, era el desierto. Pero vaya a saber. "Con dos cojones", remata el cronista.

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Juan Carlos I Sofía GTRES

Jaime Peñafiel GTRES

Jaime Peñafiel GTRES

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Juan Carlos I Arabia Saudí GTRES

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Suerte que Juan Carlos ya no está para "estos trotes" y va de retirada. Es capaz de montar un pollo peligrosísimo por no perderse un sarao con los colegas ( y benefactores ) árabes. Maemía.