La comida familiar de Juan Carlos de Borbón en Zarzuela se está alargando más de la cuenta. O eso es lo que parece si atendemos al planning inicial filtrado a los medios de comunicación, fijando las 18:00h como la hora en la que su jet privado saldría del aeropuerto militar de Torrejón de Ardoz para volver a los Emiratos Árabes, donde el huido ha fijado su residencia permanente. Es cierto que el emérito no tiene que pasar controles de equipaje, ni hacer colas, ni historias. Tiene tiempo para todo, puede permitirse el lujo incluso de llegar tarde. Total, nadie la espera en Abu Dabi.
Los detalles sobre este encuentro, colofón final del show de Juan Carlos, también han ido cambiando con el paso de los días. Todo son filtraciones, ningún comunicado oficial y todavía menos fotografías: la Casa Real, molesta con el patriarca (cuando menos, de cara a la galería), no quiere testigos. Ni el abrazo (o no) del padre con su hijo rey, ni el beso (o no) con su mujer Sofía, ni sobre todo la tensión y mal rollito con la nuera Letizia. Sí, Letizia también está allí. Los cronistas reales más relevantes como Jaime Peñafiel descartaban la presencia de la reina, pero según parece no ha sido así. Letizia marca territorio. Y además, tenía un buen motivo para no perdérselo: no dejar sola a su hija Sofía con el abuelo. Todo lo malo se pega, ya saben.
Abuelo y nieta hace mucho tiempo que no se ven, como pasaba con Leonor y sus padres. Ahora que se habla tanto de cordones sanitarios, es exactamente lo que aplicaron al exmonarca manchado por la corrupción y el descrédito. Su presencia en Zarzuela, sin embargo, ha ofrecido una posibilidad para refrescarse la memoria mutuamente. La adolescente de 14 años ha podido abrazar al yayo, pero para hacerlo ha tenido que dejar colgadas sus obligaciones, que son bien pocas: ir a la escuela. Sofía ha tenido que hacer novillos y saltarse algunas clases en el Colegio Santa María de los Rosales si quería acompaña al resto de la familia. No es muy buena influencia, no. Leonor se ha salvado por estar en Gales, pero le ha ido de un pelo.
La comida también ha contado con dos desaparecidos en combate: Froilán y Victoria Federica. Que esta pareja se salte el horario lectivo no preocupa a nadie, especialmente a ellos. Además una comida en un lunes es un horario excelente: han podido descansar de las juergas y las actividades de recreo tan exigentes que componen su agenda. Si es que al final son buenas personas...
Imaginamos a Felipe y Letizia mirando el reloj sentados en la mesa mientras toman café, deseando que el visitante se largue lo antes posible y poder continuar con sus vidas. Como muchas familias, vaya. Márchese ya, señor.