Desde que Juan Carlos I se exilió en los Emiratos Árabes Unidos en agosto de 2020, su círculo de confianza ha sido clave para su bienestar. Sin embargo, la lealtad de sus escoltas está empezando a tambalearse. Después de cuatro años en Abu Dabi, varios miembros de su equipo de seguridad han manifestado su deseo de regresar a España, lo que ha encendido algunas alarmas. Especialmente en su hija mayor, la infanta Elena, que siempre ha sido mucho de su padre.
El equipo de seguridad de Juan Carlos I está conformado por militares retirados de máxima confianza. Entre ellos destacan Vicente García-Mochales (Mochi) y el cabo primero Cabello. Estos hombres, los más cercanos al emérito, han sido mucho más que simples escoltas; han actuado como asistentes personales, confidentes y, en muchos casos, como la única familia real del emérito en su exilio forzado.

Los escoltas están hartos de la vida que llevan en Abu Dabi
No obstante, el cansancio y la distancia han hecho mella en ellos. Vivir en Abu Dabi, a pesar de su lujo, supone un aislamiento constante. Lejos de sus familias y amigos, sin posibilidad de disfrutar de una vida normal, muchos de los escoltas han empezado a sentirse atrapados. La decisión de pedir el traslado a España es una cuestión de bienestar personal.
Ante esta situación, la infanta Elena habría decidido intervenir. Consciente de que la posible renuncia de los escoltas sería un golpe durísimo para el rey emérito, ha optado por la vía más rápida y efectiva: ofrecerles más dinero para que se queden. La infanta Elena sabe que su padre depende emocionalmente de su equipo de seguridad. La sola idea de perder a sus hombres de confianza le resultaría insoportable. Por eso, sin consultarlo con él, habría intentado detener la crisis a su manera.

La infanta Elena quiere solucionar el problema con dinero
Su estrategia ha sido directa: ofrecer una recompensa económica mayor para que los escoltas reconsideren su decisión. Más dinero, más comodidades, más beneficios. Todo con tal de que sigan junto al rey y no lo dejen solo en su exilio.
Pero la cuestión no es monetaria. El dinero no es el motivo de la renuncia. No es una cuestión de salario insuficiente, sino de la falta de calidad de vida. Ninguna cantidad de dinero puede reemplazar los años lejos de sus familias, la sensación de estar desconectados de sus orígenes y la imposibilidad de retomar sus vidas en España.
Aunque la infanta Elena ha movido ficha en un último intento por retenerlos, no parece que vaya a conseguirlo. Muchos escoltas han dejado claro que no se trata de una negociación financiera, sino de su bienestar personal.