A menudo se tiene la sensación de que el rey Felipe pone cara de intensito, de haberse tragado el palo de una escoba que lo hace ir estirado, de una sobreafectación impostada cuando habla de según qué noticias. De poca naturalidad, en definitiva. Incluso cuando sonríe, se tiene la sensación de que lo hace siguiendo un manual de Cómo sonreír en público. Sería bueno que alguien le diga que no por el hecho de ser rey tiene que parecer poco humano. Que de vez en cuando estaría bien que soltara sus sentimientos de verdad. Quizás los Borbones están tan acostumbrados a esconder la basura debajo de la alfombra, a hacer ver cosas que no son (que le pregunten, si no, el paripé que ha hecho la reina emérita Sofía toda su vida haciendo ver que soportaba a su marido Juan Carlos, a pesar de ponerle los cuernos con todo quisqui). Por eso, cuando alguno de ellos expresa vivamente sus sentimientos, es tan poco habitual. Si no, no se explica lo que algún medio explica sobre él el día que vio a alguien tan próximo como su hermana hecha un mar de lágrimas y la reacción que tuvo él.

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Felipe y la infanta Elena / GTRES

¿Saben qué día es hoy? 25 de julio del 2022. ¿Y saben qué pasaba exactamente hace 30 años justos? Que se inauguraron en Barcelona los Juegos Olímpicos. ¿Y saben qué hacía aquel 25 de julio de 1992 el entonces príncipe Felipe? Llevar la bandera de la delegación española. El abanderado de los deportistas españoles, sonriente, con su sombrero y pantalones blancos, chaqueta oscura y corbata rojigualda, como el resto de la delegación, aquel día parecía un niño con zapatos nuevos, alucinando cuando hizo acto de presencia en el Estadio Olímpico e iba saludando a diestro y siniestro con la mano derecha mientras con la izquierda aguantaba la bandera.

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Felipe, abanderado de la delegación española en Barcelona '92 / TVE
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Felipe, abanderado de la delegación española en Barcelona '92 / TVE
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Felipe, abanderado de la delegación española en Barcelona '92 / TVE

Es una de las imágenes que recuerdan los aficionados. Hubo muchas más: Juan Antonio San Epifanio, Epi, llevando la antorcha olímpica como último portador, dándosela al arquero Antonio Rebollo, encargado de encender el pebetero; ver desfilar a algunos deportistas como Pep Guardiola al lado de su gran amigo Manel Estiarte, o Arancha Sánchez Vicario o tantos otros; o fijarnos en el palco, lleno de autoridades de aquella época, como el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, el president de la Generalitat de Catalunya, Jordi Pujol, el presidente del Gobierno, Felipe González, o el presidente del COI, Juan Antonio Samaranch.

La infanta Elena, deshecha

Y entre todos ellos, una mujer, la infanta Elena, hermana del abanderado, que regaló una imagen para la posteridad, llorando a moco tendido, con la zona del bigote que le brillaba de las lágrimas que le caían, deshacha de la emoción, desencajada al ver a su hermanito pequeño cogiendo la bandera española que tanto la emociona a ella y que tanto ha lucido siempre que ha podido, antes de que empezaran los Juegos Olímpicos. Una imagen para la posteridad:

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La infanta Elena, llorando desconsolada durante la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona '92

Esta fue una de las primeras imágenes que vio su hermano Felipe cuando saltó al Estadio Olímpico. ¿Dónde? En uno de los pantallotes que había en el estadio. Este lunes, El Periódico de Catalunya recuerda este momento con una revelación sorprendente: "El ahora jefe de Estado se llevó un susto porque su hermana Elena aparecía llorando y se preguntó qué le habría pasado. Poco después, conforme fue avanzando por la pista de atletismo, lo entendió"... Hay que ser de Villacorto para no ser capaz de entender que quizás tu hermana está llorando y sonriendo, precisamente por lo que está pasando EN AQUEL PRECISO INSTANTE. Muy justito para no entender que estaba emocionada PORQUE SU HERMANO ERA EL ABANDERADO DE LA DELEGACIÓN ESPAÑOLA... Quizás aquel día Felipe llevó la bandera de España, pero lo que no llevó con él fue el sentido común y la capacidad de razonar.