El despacho del rey Felipe daría para hacer una serie de tres temporadas. Durante este confinamiento lo ha enseñado tanto que lo hemos visto desde todos los ángulos posibles. O más bien, lo hemos sufrido desde todos los ángulos posibles. ¿Se puede ser más carca que el Borbón? Difícil. Su puesto de trabajo es de un abigarrado y recargado que echa para atrás. Saturado de fotos, excepto las de su padre, que apartó convenientemente. Fotos de cuadros de Goya en una pantalla de plasma. Troncos de leña a 30 grados. Una alabarda apoyada en la puerta de entrada... Pongos para parar un tren. Decoración de notaría de viejo. Un esperpento.
Por no hablar de la patética costumbre que tienen tanto él como la reina cuando hablan con alguien por videoconferencia: tener chuletas en la mesa con las fotos y los nombres de sus interlocutores. Incluso las necesitaron al conectarse con David Bisbal. Poco trabajo tienen, aprenderse un par de nombres. Que tengan las fotocopias con las caras de con quien hablan, puede pasar en la distancia. Total, la cámara enfoca sólo al rostro de Felipe. Pero tener a dos personas sentadas en la mesa, a medio metro, y tener la chuleta, y además, enganchada de manera chapucera con celo, no parece propio de un monarca. Es lo que se ha visto este miércoles cuando ha recibido en Zarzuela las cartas credenciales del Embajador de Portugal, Joao Antonio da Costa Mira Gomes:
No es el único detalle que sorprende de esta imagen. Tal como se pregunta la colaboradora del Tot es mou de TV3 en su cuenta de Twitter, Patrycia Centeno, que se ha fijado en la decoración que había encima de la mesa en esta reunión presencial con los portugueses. Un centro de flores artificiales, de tienda de Todo a 100, de estética cuestionable. Pero lo que chirría todavía más son la especie de ceniceros que han colocado ante el rey y los dos invitados. No parece que la decoradora haya sido la reina Letizia, ella que a pesar de haber vendido cigarrillos de joven, detesta este vicio de manera beligerante:
No quiero saber quién ha dispuesto así una mesa de visita con centro flores artificales y ¿ceniceros?; pero esa chuleta de Felipe VI plastificada y enganchada con celo merece una comisión de investigación 🤦♀️ #matadme #escenografia #bodylanguage pic.twitter.com/7MdSbnzuTh
— Patrycia Centeno (@PoliticayModa) June 17, 2020
Es todo tan casposo...
— Míriam Gasol (@MriamGasol) June 17, 2020
Fa olor a Polil.
— Jaume Casado i Serra (@CasadoSerra) June 17, 2020
Pensé lo mismo.
— Carlota Rusa Chadwick #NoMásAFP (@paulacensurada) June 17, 2020
Ficha bibliográfica de cada visita.
Las neuronas Borbón no dan...
Y el detalle de la alfombra? La mesa enmarcando una estrella del dibujo 🤦♀️🤦♀️
— República CatalAnna (@aformiguera) June 17, 2020
Caspa de una monarquía anacrónica
— MGime���� (@Mgime) June 17, 2020
Y la suntuosa madera por doquier en un país semidesértico.
— Cesc Miravitlles (@FMiravitlles) June 17, 2020
Ya puestos, es todo tan casposo, que el próximo día podrían poner encima de la mesa unas tazas de café, unas copas de brandy, unos puros y unos palillos.