María Dolores de Cospedal empezó su carrera en el Partido Reformista Democrático de Miquel Roca, con 17 años, cuando su padre se presentó como cabeza de cartel por Albacete. Prosaica y anodina como Norma Duval, pero memoriosa y ambiciosa como Thatcher, la secretaria general del PP ha demostrado una voluntad de poder y de presencia muy tenaz a lo largo de su carrera.

Foto: Sergi Alcàzar

Un año después de militar en las juventudes del partido fallido de Roca, que quería articular un centro ilustrado y europeo, conectado con el catalanismo, Cospedal se marchó a estudiar Derecho al Colegio Mayor San Pablo de Madrid, que ha sido una máquina de fabricar políticos y burócratas identificados con la España de la cruz y la espada.

En 1991, se convierte en la abogada del Estado más joven del momento, con 26 años, después de pasar las oposiciones en un tiempo récord. Estudiando oposiciones había conocido al aristócrata José Félix Valdivieso González Bravo de Laguna, con quien estuvo casada tres años antes de anular el matrimonio. En 1996, Javier Arenas la nombra subsecretaria de Ocupación, después de pasar por un par de ministerios como técnica.

Es entonces que Cospedal añade el de aristocrático a su apellido. Lo hace de acuerdo con su padre, que también modificaría los documentos, pero no con su hermano, un experto en cooperación formado en la London School of Economics. Este de ennoblecedor, que en algun momento de la crisis intentaría eliminar, no ha conseguido que la prensa le dejara de recordar que de joven fue Miss Feria Albacete. Aun así, puede que le ayudara a obtener la distinción Dama Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica, en el 2004.

Foto: Sergi Alcàzar

Con un buen sentido escenográfico del poder, Cospedal dio los primeros pasos importantes con el apoyo de Esperanza Aguirre, que en el 2005 la nombró consejera de Transportes de la Comunidad de Madrid. En el 2006 fue nombrada presidenta del PP de Castilla-La Mancha y candidata en las autonómicas. A pesar de perder las elecciones, en el 2008 se convirtió en la secretaria general del PP, en sustitución de Ángel Acebes, que la había tenido de subsecretaria en Interior durante la patética gestión de los atentados del 11-M.

Nombrada para ocupar la cuota de Aguirre, su antigua mentora, que se había sublevado contra Rajoy, Cospedal se convirtió en la primera mujer con aire de dominatrix de este PP tan freudiano de los últimos años, donde nadie es quien parece. Sus catolicismo militante, y hecho de haber sido madre soltera de una criatura que los diarios dicen que es fruto de la inseminación artificial, le dieron una imagen de mujer intrépida en la época agónica de Zapatero.

En el 2009, se casó con el empresario López del Hierro, un hombre de Rodolfo Martín Villa, amigo de Alejandro Agag, muy conectado con las estructuras financieras del estado. En 2011, después de recortarse el sueldo y de recibir las primeras críticas por su paupérrima oratoria, ganó las elecciones en Castilla-la Mancha. Sólo un año después, el Wall Street Journal calificaba su gestión como una cruzada a favor de la austeridad.

Foto: Sergi Alcàzar

Cospedal convirtió su comunidad en la menos endeudada de España, pero perdió las elecciones de 2015. La derrota agravó su rivalidad con Soraya Sáenz de Santamaria y afectó a las relaciones entre el partido y el gobierno. La falta de empatía y de talento para pronunciar discursos, dejaron Cospedal a la sombra de Soraya, que aprovechó la mayoría absoluta del PP para aplicar todo lo que había aprendido sobre el Estado en los años de oposición al lado de Rajoy.

El fichaje de los jóvenes vicesecretarios, que se sienten ganadores de las bielecciones y quieren más poder, la han acabado de aislar. Si no fuera que Rajoy sobrevive dividiendo el poder por debajo suyo, y que los vicesecretarios tienen un aire laico, que los acerca a Ciudadanos, Cospedal tendría motivos para temerse lo peor. Algunos dicen que está manipulada por el marido, que se ha beneficiado de su posición y que sale citado en los papeles de Bárcenas como donante del PP. La verdad, pero, es que parece que los dos tienen una relación muy mutualista y más ansias de poder que los Underwood de House of Cards.

Foto: Sergi Alcàzar

Dicen que Rajoy la ha nombrado ministra de defensa para apartarla de la cúpula del partido, pero el nombramiento podría ampliar los negocios del marido y afianzarla a ella en el poder. De un lado, Cospedal y Rajoy están muy unidos por el caso Bárcenas y, del otro, el independentismo ha creado una relación entre el Estado y el PP que cada vez es más simbiótica. Defensa es un ministerio escenográfico, ideal para dar aire a una política que sabe lucir pero que no sabe hablar, en un Estado bunquerizado que se aguantará cada vez más sobre el folclore de la Castilla imperialista y despoblada.

En la toma de posesión, Cospedal juró el cargo invocando la ayuda de Dios, mientras que Soraya se limitó a prometer. Con el giro que ha dado el ambiente después de la victoria de Donald Trump, es posible que la fiebre regeneracionista vaya cediendo a un nacionalcatolicismo moderado, al cual se puedan incorporar el PSOE y Ciudadanos, para repartirse el poder contra un Podemos retórico y pintoresco. La misma Dolors Montserrat, que es madre soltera y es cuota Cospedal (por cierto: "les hemos destrozado la Sanidad"), salía ayer en los diarios fotografiada en una ermita, delante de un crucifijo.

La vieja épica cool de la comedia progresista se ha desplazado hacia a la derecha.