La fórmula es fácil: harina, agua y sal. Un buen pan no necesita nada más. Bueno, sólo una cosa, amasarlo y elaborarlo en su proporción justa. Esta es la magia de uno de los alimentos que nos resulta más familiar. Una receta sencilla pero que algunos hornos no aplican en las barras que por menos de 1 euro nos llevamos a casa.

Fotografía de: Shutterstock

Los avances tecnológicos y técnicos han convertido este producto en una sombra de lo que era hace unos años. La sustitución de la masa madre por otras levaduras, la producción a gran escala del producto, y la reducción de costes en el proceso de elaboración debido a la fuerte competencia, son factores que han alejado el pan de su receta original y han convertido su consumo en un hábito menos saludable.

Los peligros del pan actual

Cuando vas a la panadería cada mañana a comprar pan tienes que ser consciente de que se puede dar el caso de que las barras expuestas presenten un valor nutricional muy lejos de los parámetros que tendrían que ofrecer. Principalmente por tres motivos.

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El método de refinamiento de la harina. Este hace perder por el camino ingredientes fundamentales como la fibra y rebaja considerablemente los niveles de vitamina E, potasio, magnesio, fósforo, hierro, cinc, o calcio.

Mala ejecución de la fórmula original. Tal como comentábamos al inicio del artículo, muchos fabricantes producen el pan blanco sin aplicar las proporciones adecuadas de los tres productos y añaden otros como levaduras químicas que no tienen nada que ver con la receta inicial.

Aditivos en el proceso de fermentación. Los principales problemas de la industria parten de la necesidad de reducir los tiempos de producción. La velocidad con que se hace y se consume el pan no permite dejar la masa en reposo para su fermentación. Es por esta razón que la industria utiliza aditivos para agilizar el proceso. El resultado es un pan lleno de aire, que ha conseguido la máxima rentabilidad económica, pero que ha perdido su calidad, los nutrientes básicos y su sabor.

Gluten, las dos caras

El gluten es un concepto que cada vez se escucha más y que cada vez se tiene más en cuenta. Muchos han tomado conciencia de los peligros que puede comportar el consumo en exceso de este conjunto de proteínas que se encuentran en el pan.

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Para conseguir un pan con más cuerpo, más consistencia, y por lo tanto, apetitoso, los panaderos y las industrias utilizan este ingrediente. Es un elemento aglutinante, ya que ata las moléculas de agua haciendo la función de elemento estructurador.

El buen aspecto que el gluten proporciona al pan es un factor básico a la hora de vender el producto, y los productores, evidentemente, no quieren renunciar a ello. Pero tenemos que ser conscientes de los efectos negativos que puede causar en nuestro organismo. Se trata de una sustancia que genera intolerancia en el aparato digestivo y eso se traduce en cansancio, dolores abdominales, diarrea o incluso trastornos neurológicos.

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Una buena opción para cuidarte y seguir disfrutando de todas las cualidades y el sabor del pan es apostar por panes ecológicos, de espelta, de centeno, de avena... no son tan económicos, pero la calidad y los beneficios que pueden aportarte son muy superiores. Y si prefieres no gastar, puedes optar por elaborarlo en casa. El pan artesano, el homemade, es un fenómeno que cada día engancha a más gente.